DEMOS VUELTA A LOS CUENTOS




Me gusta convertir a príncipes en ranas
y lujosas carrozas en ricas calabazas.
El croar del batracio alegra las mañanas
en los días sombríos
y es de más beneficio que testas coronadas
de oropeles y huecas de talento.
 En cuanto a las carrozas
que se quiten de en medio ante un rico puré
sazonado con curry y algo de nuez moscada.

Demos vuelta a los cuentos
que envenenan las mentes ávidas y pueriles.
Dejémonos de fábulas donde es dócil la bella
y el gentil caballero gana cualquier batalla,
donde el perverso siempre tiene cara de bruja
y solamente triunfan los seres agraciados.

Dejémonos de embustes,

me aburren las princesas que despiertan con besos

y en muchas ocasiones prefiero a un pato listo

que a ese espléndido cisne 

que pasea orgulloso su gallardía vacua.


PLEGARIA




Tú que esperas ahora a la orilla del río
donde las ranas danzan al calor de la lumbre,
tú que tiñes de rosa las tristes madrugadas
de los niños no natos,
tú que lanzas "tequieros" con esa voz tan dulce
y atraviesas tinieblas que rodean el alma,

sigue tú iluminando recodos del camino
para que no me pierda por las selvas inhóspitas.
Y a ritmo de campanas que anuncian la llegada
del ángel que libera del dolor y del miedo
derrama en mi cabeza el agua del Jordán
que limpia la memoria de ideas moribundas.











QUÉ LEJOS EL FUTURO

Qué lejos el futuro
en las mañanas grises de mi infancia.
Qué lejano el pasado en este día.
Pero ahora que el azar me sobrevive
de amores que partieron raudos sin esperarme
ni apenas despedirse,
la de las fantasías y la que soy ahora
caminan de la mano y por fin son la misma.

Y sin embargo no me reconozco
en la que la impaciencia la llevaba
tan lejos de sí misma,
la que viviendo ni siquiera sabía que vivía,
la que trenzaba sueños en la alcoba
con la seguridad de ser eterna.

Mas tampoco me veo en la vuelta de todo
y en la ida a la nada y al epílogo.
Me miro en los bolsillos y encuentro
alguna que otra insensatez
y un conjunto de sueños que huelen a recientes
y que esperan su estreno.
La infancia y la experiencia se observan en silencio
y en silencio caminan de la mano.


¿HASTA CUÁNDO?





Una mujer oculta entre tinieblas
ha sido una constante en nuestra historia.
Una mujer enterrada en refajos
que cubran lo que llaman sus vergüenzas
y en velos que oscurezcan su mirada.


Y mientras el varón se pavonea
y llama posesión a la matriz,
que fue su amable hogar de nueve lunas,
cegado y perturbado por la luz
que emerge de su vientre,
que mana inacabable de sus pechos.

Aplausos dados con una sola mano
festejan la obediencia y el decoro,
la libertad truncada de la bella
y los gritos de júbilo celebran
al gladiador invicto en su equilátero.

Y siguen las trompadas, los insultos,
el rastro goteante de las muertes
cuando ella dice no, déjame, no me sigas,
soy dueña de mi vida.
Siguen humillaciones, ausencias, atropellos
del bruto que gobierna la guarida
con leyes inventadas en la jungla.

¿Hasta cuándo las reglas de mundos sepultados en el tiempo?
¿Hasta cuándo los hábitos de monos asesinos?
¿Hasta cuándo el atroz predominio de la fiera?
¿Hasta cuándo?
¿Hasta cuándo?



ENCUENTROS





Te encuentro en los efímeros momentos
de la esquina del tiempo.
Allá donde la amnesia de los días perdidos
te cubre con la escarcha del otoño.

Y ya no eres quien eras.
Has perdido la piel de dios de la utopía
y al hacer inventario del pasado
se mezclan en la bruma
los inventos y el hambre no saciada.
Aunque lo cierto es que también soy otra,
y no me reconozco en quien tejía
sueños como Penélope su manto,
para romperlos luego en la vigilia.

Mas sabes que el relato pudo ser muy distinto.
Lo sabes, aunque temas y no mires de frente,
aunque solo nos duela lo que no hemos vivido
y la distancia calle las protestas.

He dejado el deseo almacenado
al fondo del desván de fracasos exiguos.
Frustraciones ridículas y pobres desengaños  
cubiertos por las telas de arañas perezosas
que ni acabar quisieron su trabajo.

Y en medio del silencio de las noches,
cuando vuelven los años a correr por la almohada,
tú clavas en mis ojos tus pupilas de agua
y me dices: cumpliremos los sueños otro día.