DÍAS DE PLAYA


Castillos con almenas que deshacen las olas,

carreras, flotadores, neveras con refrescos,

pelotas que rebotan en los pies de los niños.

Y mientras los ahogados

juegan su porra alegre.

¿Ganará Iván?, preguntan,

o quizá gane Pedro.

Los ahogados son público de playa.

Nos miran, participan,

ni siquiera se enfadan por la falta de aforo.

 


LA DESGANA

Qué desgana de mundo,

qué desgana:

resistir la pereza,

luchar contra la náusea,

andar a trompicones,

desarmada de audacia.

 

Qué desgana de vida,

qué desgana:

mirar en derredor la indiferencia,

hurgar en el vacío sin memoria,

gritar sin voz y secar torpemente

y para siempre

un diluvio de lágrimas.

 

Hay que arrojar el tedio de mí misma y mis cosas.

Hay que juntar mil voces que inauguren desvelos,

hay que abrir bien los ojos para captar verdades

y volar a las nubes para escapar del barro.

Hay que borrar por siempre la desgana

de transformar el mundo

y seguir avanzando sin miedo al retroceso.

 

Al final del camino espera el hombre nuevo.

 

 




ARAÑAS

En el vacío oculto de las mentes
tejen su urdimbre oscura las arañas.
Arañas que enmudecen las gargantas,
que ciegan las retinas con paciente insistencia,
que confunden vergüenzas y decoro
y convierten al hombre en despojo corrupto.

La actualidad devuelve a la caverna
a un mundo que vomita la impotencia
de ingerir las arañas cargadas
de vilezas y de crímenes
que atascan su epigastrio.

Sordos ante los gritos de seres biennacidos,
algunos huyen por las alamedas
alfombradas de flores que huelen a cadáver,
pues una araña pútrida taponó sus oídos
con la intrigante tela de babas malolientes,

¿No existe algún producto que atrape sus apéndices?
¿No hay un insecticida contra abyectos arácnidos?
¡Queremos ver la luz!, es el clamor del aire.
¡Queremos respirar!, es el canto del árbol.

De las mortajas blancas de los niños
trasciende la verdad hasta el orbe espantado.







 


LO SAGRADO

 

La luz

El silencio

El roce de unas manos.

 

El horizonte abierto

La palabra sin sangre

La palabra.

 

Los niños

Las sonrisas

Las estrellas fugaces.

 

La encina centenaria

El abrazo callado

Las lágrimas saladas.

 

El sol que alumbra

El sol que te acaricia

El sol que cura

El sol que siempre mira

Es ese sol que habla

 

 

 

 PALESTINA

Torrenteras de lágrimas
han ido conformando lagos llenos de sal
que desecan y arruinan las cosechas.
Hoy he visto a las víctimas de entonces
mudadas en verdugos que golpean sin tino,
mas los niños de ayer igual que los de ahora
son las promesas rotas de un mundo detenido
en un vil holocausto.
Hoy he visto la tierra inundada de sangre
y el hombre que no es hombre, sino fiera,
acarreando cadáveres sin hallar tierra que los oculte.
¿Qué producto letal ofusca las conciencias?
¿Qué tenebrosa máscara enclaustra las pupilas?
¿Qué amordaza los labios?
¿Quién silencia protestas?
¿Dónde quedó la paz, dónde el decoro?
Estamos en el siglo veintiuno,
y el cromañón abyecto continúa sumido en la caverna.
Todas las reacciones:
Cristina Y Luis Miguel


 

 EL SECRETO




Hay secretos antiguos
que el silencio termina corrompiendo,
adquieren el hedor a carne muerta
en la despensa oscura de la mente.

Si el secreto es ajeno
abrasa su existencia entre los labios,
arde en cada recodo de los días
y se arranca uno a uno los ropajes
que cubren su misterio.

Y si el secreto es propio
va creciendo a lo largo de los años
y ocupa cada fibra de tu alma.
Te acalla y te anquilosa,
te aísla y te desarma,
se yergue cual gigante ante tu casa,
y adusto centinela no deja entrar a nadie.

Hay secretos culpables
y secretos vacíos y cargantes,
secretos heredados y decrépitos,
y los hay fascinantes
que iluminan desiertas madrugadas.

Mas decidme, ¿quién puede asegurar
que no esconde un secreto,
igual que el jugador aventajado
guarda un as en su manga?




 

HOY HE TENIDO UN SUEÑO

 


HOY HE TENIDO UN SUEÑO

Los sueños se confunden

y borran con su luz

las sombras de la noche.

Tal vez cuando despierte

no sabré distinguir los rostros inventados

de los que me acompañan en la repetición

del día a día,

pues no hay certificado

ni prueba concluyente que acredite

donde está la verdad que nos acoge.

 

Hoy he tenido un sueño

igual que Luther King. 

Un sueño como el suyo.

¿Desaparecerá al abrir los ojos?

A él se le fue al cerrarlos.

Hoy he estado soñando

con puentes como alas

que cruzan los espacios,

que comunican mundos,

que transportan en hombros

a aquellos que perdimos.

Hoy he tenido un sueño

que despeja caminos sin salida

y en perenne estallido

ilumina conciencias.

Creo que ese es mi mundo realmente.

Y no el yermo y marchito

que me cerca en vigilia.

 

Dejadme, no hagáis ruido.

Que nadie me despierte.






EL DESIERTO



Ha salido en tu busca la caricia
y le has dado la espalda.
A tientas ha pulsado
la aldaba de tu puerta
y no has querido abrirla
por miedo a que consiga

salvar el foso de los cocodrilos,
que vigilan hambrientos
el arribo de presas confiadas.


Has hecho oídos sordos
a palabras amables
y has levantado muros algodonosos,
que insonorizan lisonjas y tequieros,
esas proposiciones que derriban mayúsculas
y que obligan a dar alguna cosa a cambio.


Has cegado tus ojos con el antifaz negro
del rencor y del miedo
y sólo puedes ver el plúmbeo pretérito
envuelto en las tinieblas
de ofensas y desprecios del pasado.


Pero el mal nunca dura cien años.
Llegan los emisarios de la primavera.
El astro sol derrite los neveros
y el agua salta y escurre por taludes umbríos
haciendo germinar el desierto del alma.



 


LOS SEPULCROS SE ABRIERON

Hay cunetas ahítas de memoria

en caminos que llevan al olvido.

Y hay voces que susurran en los árboles

homicidios, torturas, improperios.

Se ofrecen en manojos de flores arrancadas

de la vida, aquellas que no están,

que en desbandada huyeron cual pájaros de hielo.

 

Secuestrada en la infancia,

creíste de verdad lo que contaban,

revueltas en tus labios las preguntas

que cayeron en sacos de mutismo.

Mas los días volaron, hojas secas de otoño,

hasta el fondo del alma adolescente.

Y entonces, cara a cara, te miró la mentira,

y atronaron los gritos, los lamentos,

los sepulcros se abrieron en cadena

y en todos palpitó una realidad resucitada. 


 

 




SE ROMPEN LAS ESQUINAS DE MI ALMA

y dejan escapar ríos de negra hiel

al ver el espectáculo de la fiera inclemente

que devora a sus hijos como hiciera Saturno.

 

Esos niños famélicos son míos.

También lo son los que se engulle el agua

que arriban a la arena cual flores naufragadas

y revisten de luto a alguna extraviada gaviota.

 

Y es que hay gente que cierra las puertas a la vida,

como ocultan los gritos que reclaman justicia.

Labios sellados, oídos taponados,

ojos ciegos y secos al dolor de los otros.

Así nos quiere el monstruo que aniquila. 

 

¿Qué mundo es este, que hasta la vergüenza

se ha vendado los ojos

para no soportar tanta indecencia?

Y sigo boquiabierta al ver la mansedumbre

del hombre que acarrea la roca como Sísifo

una vez y mil veces hasta el fin de la vida,

sin protestar, callado,

aceptando el castigo de haber nacido siervo.

 

 




MOMENTOS

No puedo recordar
dónde quedó la pena acurrucada,
dónde cayó la lágrima inicial
que originó un océano de luto.
Tampoco soy capaz de descubrir
el lugar que ocuparon tus caricias,
qué punto de mi cuerpo inauguró el deleite
al roce de tus manos.
Perfumes infantiles,
risas disimuladas de la abuela,
sorpresas, aprensiones, abrazos imprevistos,
revoloteos de papeles deshechos,
la canción de Paul Anka proyectando su nombre,
tan temprano.
Algún beso robado,
un torrente de lágrimas, empapando la almohada,
la soledad, el miedo,
pero también la dicha inexplicable.
La vida, en fin, resuelta en santiamenes
que caben en un puño, en un suspiro apenas.
La vida tan esquiva.
Quimérica y ficticia como el sueño.

 La memoria configura nuestra identidad y en El Vértigo del Tiempo hay dolor y dicha, sorpresa y llanto, denuncia y gratitud: ese viaje que da forma a nuestra vida. Con prólogo de Carlos Bardem.




 

LA MAGA Y YO



 ¿Qué le impulsó a Cortázar a llamar Maga

a su mejor invento?

Un invento real, más cabal y objetivo

que yo misma.

La mayor diferencia entre ella y yo

es que la Maga pervive para siempre

en el fondo de un libro

y yo me fundiré, hundida en el silencio,

en la tumba del tiempo.

Desoigo los mensajes de mi mente

en la penumbra gris de la caverna,

donde se me confunden recados y preguntas

como el revoloteo de mil pájaros

que perdieron el rumbo del regreso a su nido.

¿Cómo encontrar la luz

que se me escapa esquiva?

¿Cómo encontrar refugio en negro sobre blanco?

Ojalá fuese Maga de Cortázar

y respirase siempre en las hojas de un libro.

 



MUJER

Hoy quiero recordar a todas las que sufrieron.
A aquellas que mataron.
A las que violaron cuando ellas les negaban sus favores.
A las que insultaron, humillaron, ignoraron y golpearon
hasta después de haberlos acogido en su seno.
A las que borraron de la historia, falseando los datos.
A las que impidieron el acceso a la vida,
ocultándolas en cárceles de oro.
A las que negaron el talento y la enseñanza,
a las que mutilaron para impedirles el placer,
a las que arrinconaron como si nunca hubieran existido.

Porque estamos aquí, y somos legión,
y porque sin nosotras el futuro no existe.




MUJER

Hoy quiero recordar a todas las que sufrieron.
A aquellas que mataron.
A las que violaron cuando ellas les negaban sus favores.
A las que insultaron, humillaron, ignoraron y golpearon
hasta después de haberlos acogido en su seno.
A las que borraron de la historia, falseando los datos.
A las que impidieron el acceso a la vida,
ocultándolas en cárceles de oro.
A las que negaron el talento y la enseñanza,
a las que mutilaron para impedirles el placer,
a las que arrinconaron como si nunca hubieran existido.

Porque estamos aquí, y somos legión,
y porque sin nosotras el futuro no existe.


 

NO ME ACUERDO





 

           No me acuerdo porque los rostros se borran como pisadas en la arena de la playa y las mentiras las arrastra el viento como orgasmos fingidos.


     No me acuerdo, pero mis labios me queman y su rostro se dibuja en el embozo.


      No me acuerdo, pero mis entrañas se dividen en un alarido sin epidural.


            No me acuerdo, pero hemos desaparecido de nuevo tú y yo al sobrevolar el Triángulo de las Bermudas.


            No me acuerdo, así que deja de mostrarme ese antiguo contrato porque tampoco me acuerdo de las palabras.


           No me acuerdo de los besos en la fila de los mancos no viendo a Clark Gable en "Lo que el viento se llevó".

 

         Se han llenado de olvidos mis armarios.


        Tengo que hacer limpieza y poner bolsitas de naftalina porque la polilla está hambrienta de recuerdos.