Te encuentro en
los efímeros momentos
de la esquina
del tiempo.
Allá donde la
amnesia de los días perdidos
te cubre con la
escarcha del otoño.
Y ya no eres
quien eras.
Has perdido la
piel de dios de la utopía
y al hacer
inventario del pasado
se mezclan en
la bruma
los inventos y
el hambre no saciada.
Aunque lo
cierto es que también soy otra,
y no me
reconozco en quien tejía
sueños como
Penélope su manto,
para romperlos
luego en la vigilia.
Mas sabes que
el relato pudo ser muy distinto.
Lo sabes,
aunque temas y no mires de frente,
aunque solo nos
duela lo que no hemos vivido
y la distancia calle las protestas.
He dejado el
deseo almacenado
al fondo del
desván de fracasos exiguos.
Frustraciones
ridículas y pobres desengaños
cubiertos por
las telas de arañas perezosas
que ni acabar
quisieron su trabajo.
Y en medio del
silencio de las noches,
cuando vuelven
los años a correr por la almohada,
tú clavas en
mis ojos tus pupilas de agua
y me dices:
cumpliremos los sueños otro día.
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