NUEVO AÑO

 

Aquí estoy aguardando que retorne

la musa a visitarme.

Esquiva como nunca se oculta entre los pliegues

de un terciopelo negro sin luna que lo alumbre.

Rabilargos, torcaces y petirrojos varios

juegan al pilla pilla y van de árbol en árbol.

Recitan el poema de la vida que fluye.

Se burlan de mi espera,

colgando de sus picos un almíbar de risas

y notas de esperanza al batir de sus alas.

 

El horizonte, que huye como siempre acostumbra,

anuncia el nuevo año,

más de trescientos días reservados, ocultos.

De momento es novato, sonriente,

aprendiz de destrezas y sorpresas sin cuento.

No espero sus caricias,

tampoco quiero premios ni distinción alguna.

Me conformo con transitar sus días

con la llave que abra la puerta de otra historia.

Sin agrios sobresaltos.


 

 


A TU MEMORIA

 

Una emoción antigua tu memoria,

un memorable hito tu existencia.

Un alto luminoso en el camino

hecho con tu palabra de rapsoda.

 

Puede que te tronchase un torbellino,

pero tu voz no pudo silenciarla.

Al ritmo de tu verso se hizo magma

la roca más compacta

y dejaste grabados en la eterna pizarra

el olmo viejo hendido por el rayo,

 y el recuerdo de un patio de Sevilla

en los días azules de tu infancia.

 

Tu final y principio

han quedado fundidos para siempre,

en la celeridad de un parpadeo,

llenando de belleza el silencio del cosmos.

Pero el tuyo es gozoso parpadeo

que mezcla bonhomía, soledades,

miradas y suspiros sin rencores,

sueños de eternidad, fuente escondida,

diálogo engendrado con Dios mismo

ahora que ya acabó tu soliloquio.

 

Y al oírte me vuelve la esperanza

 de apagar las hogueras del odio

con torrentes de lágrimas,

y mandar una lluvia de acuerdos y sonrisas

que pueda devolvernos

ese milagro de tu primavera.


    ¿UNA MUJER LO PUEDE ABRIR? 

Hace sesenta años, tenía yo diecisiete, le conté a una amiga mi proyecto profesional de futuro. Me contestó que ella no pensaba trabajar porque no lo necesitaba. Pensaba hacer lo que muchas mujeres tenían marcado en su ADN: casarse y tener hijos. A mucha gente le sonará raro, pero la mujer no podía alquilar, comprar un piso o firmar un contrato sin que la apoyase la firma de su marido. Las féminas en solitario no teníamos capacidad legal para nada y parece que ahora hay especímenes que quieren devolvernos a aquel pasado. Después del "algo habrá hecho ella", cuando un hombre asesinaba a su mujer, "es que van provocando" o "eso se arregla con una buena bofetada", hubo el dictamen de un juez que solo vio "jolgorio" en una violación grupal. Toda la sociedad pareció ponerse de parte de las víctimas, incluso cuando en un colegio mayor se corearon cánticos inadmisibles y machistas y expulsaron del centro al impulsor de todo aquello. Fue otro engaño. Después de mes y medio, el alumno ha sido readmitido convirtiendo la expulsión inicial en un burdo paripé. Y llegamos al momento actual en que asistimos a un espectáculo nauseabundo en el Congreso. Diputadas de la derecha ultra y de la extrema derecha eligen como blanco de sus ataques a la ministra de Igualdad, Irene Montero, por la Ley del solo sí es sí. Una Ley que ha sido votada por más de doscientos diputados y ha pasado todos los trámites legales del Senado y la Judicatura. ¿Acaso no se leyeron la Ley los responsables de aprobarla o es la fatal estrategia de criminalizar a una mujer feminista, joven y por ende de izquierdas? Soy consciente de que el patriarcado no está dispuesto a dejarse arrebatar sus privilegios, pero llevamos casi dos siglos luchando y no podemos perder lo que tanto trabajo ha costado. Hay quien dice que el Ministerio de Igualdad no sirve para nada. A la vista de los furibundos ataques que sufre Montero me parece más necesario que nunca. La han convertido en la víctima de un odio despiadado, pero el ataque se extiende a todas nosotras. Hay que apoyar a la ministra sin fisuras. Por dignidad, por justicia, por sororidad. Están en juego los derechos de todas.

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¡OH, CAPITÁN, MI CAPITÁN!


¡Oh, capitán, mi capitán!,

canto como Walt Withman

mientras me pongo en pie.

Y querría que el canto levantase

a los seres ineptos que sestean,

olvidados del mundo y de su propia honra.

 

¡Oh, capitán, mi capitán!,

se oye el eco de voces militantes,

y no es canto de guerra

sino de paz eterna y venturosa.

¡Levántate y camina, compañera!

 La tierra te suplica desde lo más profundo

que empuñes la guadaña

y siegues todo aquello que oscurece

la llama en las pupilas infantiles.

 

Y os reclamo a vosotras, mis hermanas,

porque por fin rompimos las cadenas

que nos aprisionaban.

El futuro ya es nuestro,

nuestro y de nuestros hijos

que alzarán imbatible la razón como arma.

La espada la olvidamos en su funda sangrienta

y en las manos del bárbaro asaltante.


 

 



VOLVER

 

Si volviera de pronto al vientre de mi madre,

e iniciara el camino sabiendo de antemano

cuántas veces iba a caer en tierra,

herida y desolada;

si al contemplar tus ojos, me dijera bajito

"esto ya lo he vivido",

circundada otra vez por tu mirada,

¿daría media vuelta

o me sumergiría de nuevo en el peligro?

 

Ten por seguro, amigo de mil vidas recorridas,

que la memoria nunca fue candado,

que mis huellas son semilla de vida

fijadas para siempre en mi destino.

Y si quizá mis pies encuentran

al azar algún desvío,

y me pierdo por sendas ignoradas,

recorreré en silencio y a tientas la espesura,

y volveré al hogar,

a la llama caliente de tu pecho.