HACE YA MUCHO TIEMPO


Hace ya mucho tiempo me dijeron

que yo pertenecía al sexo débil.

Tenía que buscar un protector,

una mano segura que guiara mi vida

a través del peligro y, por supuesto,

que fuera un elemento

de esos que integran lo que han dado en llamar

el sexo fuerte.

 

Y pasaron las hojas de un montón de anuarios

y los vi silenciar lágrimas y sollozos.

Los vi despedazados por el miedo,

desconcertados por no entender nada,

fingiendo una entereza de la que carecían,

escondiendo temores y aprensiones

por no ser despreciados ni anulados

por aquellos que dictan actitudes y normas.

 

No llores, les decían desde niños.

El llanto, la emoción y la ternura eran sensiblería

y eso estaba prohibido si eras un hombre íntegro.

 

Aún no lo tengo claro:

quizás el patriarcado destrozó más al macho

que a la hembra.


 

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