¡OH, CAPITÁN, MI CAPITÁN!
¡Oh, capitán, mi capitán!,
canto como Walt Withman
mientras me pongo en pie.
Y querría que el canto levantase
a los seres ineptos que sestean,
olvidados del mundo y de su propia honra.
¡Oh, capitán, mi capitán!,
se oye el eco de voces militantes,
y no es canto de guerra
sino de paz eterna y venturosa.
¡Levántate y camina, compañera!
La
tierra te suplica desde lo más profundo
que empuñes la guadaña
y siegues todo aquello que oscurece
la llama en las pupilas infantiles.
Y os reclamo a vosotras, mis hermanas,
porque por fin rompimos las cadenas
que nos aprisionaban.
El futuro ya es nuestro,
nuestro y de nuestros hijos
que alzarán imbatible la razón como arma.
La espada la olvidamos en su funda
sangrienta
y en las manos del bárbaro asaltante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario