EL RELÁMPAGO DE LA REVELACIÓN






          Quizá son las plantas y las aves las que han encontrado la verdad, las que viven el "relámpago de la revelación", como llama Herman Hess a la experiencia mística. Ese no razonar, no juzgar, no calcular, solo experimentar, es lo más parecido al éxtasis.

           En esa soledad no hay pasado ni futuro, sino presente. El tiempo, esa losa pesada que nos separa de la realidad, se ha refugiado en otro universo, en un mundo creado por el pensamiento, por los miedos, por la nostalgia y la espera. Un mundo que ha creado el bien y el mal, la codicia y la generosidad, dioses y diablos, la vida y la muerte. Todos esos opuestos que maniatan al hombre en un estrecho cubículo. Un mundo fantasmal, sin duda, habitado por espectros y totalmente prescindible. Y aunque ese mundo viva en mi interior, esta mañana de primavera quiero darle la espalda.
     


              Huele a salvia, a romero, a tomillo. Inspiro, expiro. Lentamente. 

   

              Y mis pupilas se tiñen de mil colores. Y me doy cuenta de que también yo soy prescindible. Y dejo atrás  mi nombre, mi ADN, mi anécdota.
                 

              Y en el púrpura de una humilde amapola, soy eterna.

 

A NORA

Abrió de par en par las puertas de la vida
 hace apenas un año.
Y enjugó nuestras lágrimas antiguas
y sosegó inquietudes
y creció la esperanza,
y un concierto de besos
desperezó al futuro dormido en la cuna del cosmos.
Su rostro ya latía en el anhelo
de estrellas al exilio en la galaxia.
La promesa fue alba
y el sol se arrodilló nada más verla. 

El mundo se derrumba y ella avanza. 
La miseria se extiende 
y en sus pupilas se adivina el cielo.

Los malvados maquinan crueldades 
y el amor se derrama en su sonrisa. 
Hay naufragios sin cuenta 
y su barca aletea en cúspides de espuma. 

La existencia es la suma de fuerzas contrapuestas,
pero a veces la luz refulge tanto 
que las sombras escapan.



OTRA VIDA 



¿Habrá una nueva vida
 donde ajustar las cuentas al destino?
¿El amor que te tuve
despertará otra vez al conocerte?
¿Volverá aquel temblor
 que multiplica un roce involuntario,
y llega hasta el confín del universo,
dejando al alma herida de nostalgia?
Son preguntas que me hago,
 desnuda y sin relojes,
ya sin prisa y sin pausa,
sin tan siquiera estrellas que iluminen
 las cada vez más largas madrugadas.
La vida ha modelado con cincel riguroso
los perfiles de tu rostro y el mío,
quizá por eso ahora podemos,
hombro a hombro, cruzarnos por la calle
y sentirnos ajenos.
Así, desde el principio, transitamos los siglos.
Lo afirmo sin temor a equivocarme
porque verte es siempre un recordarte
y alguien me habla de ti como si fueras mío
cuando nunca lo has sido.
Y al alejarte, amigo, en cualquier existencia,
mis lágrimas mantienen
 el gusto de otras lágrimas antiguas.


EL MIEDO

Las puertas del armario como boca insaciable,
como amenaza gris,
como agujero oscuro que todo se lo traga,
me miraban inmóviles dispuestas a engullirme.
Yo cerraba los ojos aterrada,
la infancia tiene miedo de la ausencia de luz
y el mutismo forzado de los otros.

Luego, ya florecida y entregados mis frutos,
tuve miedo por ellos,
por que no vieran nunca los fantasmas
que a mí me persiguieron y acecharon,
y por que sus heridas fueran leves rasguños
que yo pudiera restañar con besos.

Hoy todos los caminos que quedan a mi espalda
me parecen cubiertos de ceniza.
Y al fondo el arrecife, desafiando el vértigo,
huyendo del aplauso y de la expectativa,
me llama desde el rojo del otoño.
Despacio, poco a poco, avanzo vacilante,
lo mismo que avanzaba
cuando intentaba mis primeros pasos.
Porque nadie te enseña a andar derecho,
porque cada caída te parece única,
aunque siempre tropieces con el mismo percance.

Pero el miedo ya es ave fugitiva
directa a un universo que acaba de crear el demiurgo.
Y he abierto los armarios,
comprobando tranquila que todo su secreto consistía
en ocultar la vida que esperaba colgada de sus perchas.



PALESTINA

Hoy se ha parado el mundo y me ha dejado
al borde del abismo.
Torrenteras de lágrimas
han ido conformando lagos llenos de sal
que desecan y arruinan las cosechas.
Hoy he visto a las víctimas de entonces
mudadas en verdugos que golpean sin tino,
mas los niños de ayer igual que los de ahora
son las promesas rotas de un mundo detenido
en un vil holocausto.
Hoy he visto la tierra inundada de sangre
y el hombre que no es hombre, sino fiera,
acarreando cadáveres sin hallar tierra que los oculte.
¿Qué producto letal ofusca las conciencias?
¿Qué tenebrosa máscara enclaustra las pupilas?
¿Qué amordaza los labios?
¿Quién silencia protestas?
¿Dónde quedó la paz, dónde el decoro?

Estamos en el siglo veintiuno,
y el cromañón abyecto continúa sumido en la caverna.