LA PAZ Y LA PALABRA
de
las mentes tullidas por metales abyectos.
La
guerra es la derrota de intereses mezquinos,
de
oscuros personajes que jamás conocieron
la
esperanza.
¿Dónde
quedó la paz desarbolada?
¿Por
qué no desenreda la palabra
el
ovillo de Ariadna?
¿Dónde
aguarda escondido el nuevo hombre?
¿Qué
vientre luminoso lo ha parido?
Mas
mi dios interior sigue mudo, distante.
No
sabe contestar o se niega a calmar
mi
intriga impertinente.
Y yo
imito al rapsoda,
que clama
en un desierto
de arenas infectadas por las voces del odio,
y
exijo sin descanso la paz y la palabra.