LA BÚSQUEDA
Famélica,
mi alma,
te busca sin descanso
desde
la encina vieja
a los ojos tempranos
que
ciegan con su luz
cargada de esperanza.
El lugar de las cosas invisibles es el baúl donde guardamos lo ininteligible, lo recóndito: Sentimientos, deseos, dudas, momentos que pudieron ser y no fueron, instantes que no se ajustan a la lógica cotidiana. Aquello que solo puedes ver con los ojos del corazón.
Algunas búsquedas sabemos cómo comienzan, pero no cuándo terminan.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Algunas no terminan nunca. Gracias por tu comentario, José.
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