CORTARÉ RAYA AZUL
Los
bordes del libro estaban doblados y amarillentos y por sus márgenes desfilaban a
lápiz diminutas palabras, como hormigas en busca de alimento. Del tipo de:
“Cuando mi vida acabe, ¿acabará también ese algo que me vive?” En fin, pura
mística. ¿Cuántas veces habría leído la novela? Le gustaba sentirse la Maga y hasta enamorarse
algunos días de Oliveira. Elaboraba historias imposibles en su mente y las
vertía luego en su diario como si fueran tan reales como la existencia. No,
mucho más reales. Su existencia era evanescente como el sueño.
“Cortaré
el horizonte con mis manos, la raya azul que une el mar y el cielo. Y miraré
allí dentro, bien adentro”.
Era
la última anotación del diario de Lena. La titulaba: Cortaré Raya Azul. Extraño título. Fecha: 12 de noviembre. El 13 de
noviembre entró en el mar, se alejó caminando por entre las olas y no volvió
nunca.
Yo
me llevé su libro de Rayuela. Al fin y al cabo, cuando lo presenté, yo mismo se
lo había dedicado y a ella le habría gustado que lo guardase.
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