EL
DETECTOR DE METALES
Espero en el aeropuerto
para pasar por el arco de metales. Algunos bromean. Otros se impacientan. Los
más aguantan resignados. La humanidad aguarda, como en la vida.
Un hombre explota de
pronto, vocifera, ¡es humillante tanta sospecha!, ¿a dónde vamos a ir a parar
con tanta protección?, ¡qué sociedad tan absurda!, ¡todo está prohibido, todo
legislado, todo previsto!
La gente ni lo mira.
Siguen todos con sus conversaciones, con sus bromas, pero yo sé que se sienten
incómodos.
En el arco todo pita.
Antes de pasar me quito el cinturón, me descalzo. Estoy inquieta.
¿Suenan los malos
pensamientos? ¿La codicia, la intransigencia, la negatividad?
¿Suena la rebeldía?
Atravieso
el arco, cercada por el silencio. A mi paso nada pita.
Me hicieron obediente
hasta la náusea.
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