PECADO ORIGINAL



            No me ha quedado mal la luz que acaricia las montañas y tiñe de dorado la arena del desierto; ni los saltos de agua que se rompen en nubes de espuma y aplacan el calor sofocante de la selva. Me gusta el vuelo de las águilas y el graznido de las gaviotas y el arrullo de las palomas torcaces y el salto de la pantera sobre su desprevenida presa. Pero sobre todo me encanta él, erguido, astuto, soñador: mi creación más conseguida. Tiene la mirada perspicaz y las manos hábiles. Es capaz de idear una trampa para cazar liebres y de caminar durante horas solo para contemplar cómo el sol se sumerge en el mar.
            Ha elaborado un lenguaje y se pierde en soliloquios que nadie responde. Le he proporcionado una voz profunda, cálida. Hay veces que se tumba al pie del árbol prohibido a la espera de que se produzca algún fenómeno. Las noches sin luna da vueltas en su lecho de musgo y se duerme llorando. Le he preguntado el porqué de su tristeza y su respuesta ha sido sorprendente. "Estoy solo", me ha dicho. ¿Solo? Está rodeado de distracciones que he creado para él. Puede nadar en los ríos, correr junto a las gacelas, disfrutar con los cantos de mil pájaros. Pero él repite: Estoy solo.
            Está bien. He cedido. Le he ideado un ser complementario y estoy muy satisfecho. Entre los dos podrán elaborar juegos, que les proporcionarán goces muy intensos, y hablar hasta quedarse afónicos. El nuevo ser es más frágil, pero también más armónico y suave. Posee dotes de seducción, es sagaz, curioso y pícaro. También a este ser le he dicho que no puede acercarse al árbol prohibido y me ha dejado asombrado su reacción. "¿Por qué?", me ha preguntado. Por supuesto ni me he molestado en contestarle.

*

           
          No lo entiendo. Han comido del árbol. Los dos. El primero dice que la culpa es del segundo, y el segundo se ha inventado una historia tan absurda que no merece la pena ni tenerla en cuenta. Ha relatado con todo lujo de detalles que ha sido una serpiente la que les ha inducido a comer la fruta prohibida. ¿Es que desconfía de mi inteligencia? ¡Estoy indignado! Les he puesto de patitas en la calle. No acepto la desobediencia y mucho menos la mentira. Se han marchado con una mano delante y otra detrás. Y el segundo ser no ha dejado de protestar ni un momento. ¡Valientes desagradecidos!
Si mis manos pudieran deshojar

Federico García Lorca




Yo pronuncio tu nombre
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,
en esta noche oscura,
y tu nombre me suena
más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
y más doliente que la mansa lluvia.

¿Te querré como entonces
alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma,
¿qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna! 

DE "EL CAN DESCABEZADO", RELATO DE CUENTOS DEL OTRO LADO





Un violento escalofrío le sacudió de pies a cabeza. Aquellas tres palabras eran una broma macabra, la confirmación de que no había un lugar en el mundo en donde esconderse. Le remitían a la imagen que le obsesionaba desde hacía dos meses: La cabeza de Thor, chorreando sangre sobre el césped. Pasó la página, dominando una náusea, y echó un vistazo a las hojas manuscritas con una letra apretada y clara.

Ya no se oía el rugir del viento. Sólo el crepitar de los troncos rompía el silencio que le rodeaba. Un silencio solemne, milenario, desconocido para un hombre de ciudad como Claudio. Tomó una bocanada de aire e intentó controlar su respiración agitada, los latidos de sus sienes, el temblor de sus manos. Quizá se trataba de una coincidencia y aquello era un simple cuento de terror. Pero, ¿era posible semejante coincidencia? ¿Había más de una mente capaz de unir las palabras can y descabezado? Atenazado por el miedo, comenzó a leer el relato.  Decía así:
SI VOLVIERA A NACER



Si volviera a nacer
derribaría todas las fronteras
que separan mi ser de lo absoluto.
Dejaría de lado la cautela
y me echaría en brazos del destino,
Porque muchos momentos escaparon
al paso de los días, intangibles,
como soñados por una mente huida.

A veces en recodos del camino
se quedaron los besos suspendidos
en medio de los labios.
Y palabras no dichas hundieron la esperanza
 en medio del desierto más estéril.
Soñé con ser un ave migratoria
y fui gallina que soñaba nubes.
Y en vez de reportera de batallas
me convertí en vestal,
en guardiana del fuego.

Si volviera a nacer no escaparías,
me ceñiría a tu cuerpo como hiedra
y serías las alas que buscaban mis ojos.



MOMENTOS


No puedo recordar
dónde quedó la pena acurrucada,
dónde cayó la lágrima inicial
que originó un océano de luto.

Tampoco soy capaz de descubrir
el lugar que ocuparon tus caricias,
qué punto de mi cuerpo inauguró el deleite
al roce de tus manos.

Perfumes infantiles,
risas disimuladas de la abuela,
sorpresas, aprensiones, abrazos imprevistos,
revoloteos de papeles deshechos,
la canción de Paul Anka proyectando su nombre,
tan temprano.
Algún beso robado,
un torrente de lágrimas, empapando la almohada,
la soledad, el miedo,
pero también la dicha inexplicable.

La vida, en fin, resuelta en santiamenes
que caben en un puño, en un suspiro apenas.
La vida tan esquiva.
Quimérica y ficticia como el sueño.