HIELO EN MAYO

No hay ansiedad,

solo escarcha

que inunda los recuerdos.

Carámbanos inmundos

extendiendo su manto

sobre el vacío diario.

Tiempo de pies descalzos,

que pasan de puntillas

con dedos agrietados

por el frío de Mayo.



Por el frío de Mayo

castañetean incesantes

los dientes que mascullan

torpes aclaraciones

y confusas preguntas.

Y mis manos vacías

se abren al mundo y piden

que se acaben los hielos,

que vuelva la esperanza,

como aquella de niña

que me quitaba el miedo

y cerraba mis ojos a un odioso presente.

 

AQUÍ ME TIENES

Aquí me tienes aprendiendo a olvidarte

en medio de una casa

que aprovecha la noche

para expandir sus límites.

Eterna travesía por oscuros pasillos,

en un gélido abril

que es maldito sinónimo de ausencia.

Y luego, en la mañana,

 los pájaros se callan asombrados

por que ya no comentas sus gorjeos,

y preguntan bajito que adónde te has marchado.

Y se instaura el silencio

 como un acompañante lenguaraz

 que vaticina daños y perjuicios sin cuento.

Qué distinto el silencio

de tus labios unidos a los míos por calles solitarias,

mudadas en radiantes avenidas.

 

 

 


 

Un pensamiento de Umberto Eco, tan apropiado para el momento que vivimos: 

...”el mundo marcha patas arriba, los ciegos guían a otros ciegos y los despeñan en los abismos, los pájaros se arrojan antes de haber echado a volar, el asno toca la lira, los bueyes bailan, María ya no ama la vida contemplativa y Marta ya no ama la vida activa, Lea es estéril, Raquel está llena de lascivia, Catón frecuenta los lupanares...”

El nombre de la Rosa


ESTOY A PUNTO DE DECLARARME HAMBRIENTA 

Estoy a punto de declararme hambrienta. En los últimos tiempos, casi sin darnos cuenta, nos quitan la comida de la boca. El culpable es un ser invisible, un ente fenoménico de una voracidad ilimitada. No sabemos su nombre ni hemos visto su rostro, se oculta bajo siglas como alienígena venido de otros mundos. Escuchamos sus pasos, retumban en el silencio de la noche, espía nuestros sueños, controla la existencia y al amanecer vemos los resultados. Con tono monocorde, bustos parlantes nos los comunican en pantallas de plasma. Y a veces nos reprenden: Gastábamos demasiado, reíamos demasiado, comíamos demasiado. Y también, vivíamos demasiado. Por eso están estableciendo las medidas para que muramos antes. Ese ser oculto está capacitado para poner freno a lo que considera un desafuero. Tiene en nómina a los bustos parlantes y los premia cuando hacen bien las cosas. Sonrisas, buenas notas y sobres abultados. Y los bultos parlantes se sienten satisfechos. No hay que ir tanto al médico, no es necesario un techo, ni siquiera un trabajo bien retribuido. Quizá, si somos buenos, un mini job y una ración escasa para poder cumplir jornadas leoninas sin desmayo. Y rezar mucho, eso sí, sus dioses siempre han amenazado con feroces infiernos a los que piensan, dudan o pretenden vivir al margen de las normas que ellos dictan. Y lo más importante: los ciudadanos deben procrear con abundancia para dar a la patria futuros esclavos que sirvan de carnaza barata. Ya he dicho que la gula del monstruo es infinita.

            Por eso estoy a punto de declararme hambrienta. Hambrienta de justicia, ansiosa de otro mundo sin seres invisibles, sin monstruos que nos priven del aire y de la vida.