PAPÁ




Mi hermano baja del Jaguar. Exultante. Van a bautizar a su nieta. Saluda al cura, que ha salido a esperarlo a la puerta de la iglesia, y luego a mi padre. Dos besos al aire, que no a las mejillas. Se aleja para recibir a los invitados que van llegando. Sonrisa condescendiente, traje impecable, corbata de seda, hombros caídos y pelo de nieve. Papá lo observa intrigado. Lo tuvo sentado en sus rodillas, le manchó el traje con un vómito de leche y lo despertó a media noche con sus llantos infantiles. Qué precioso, parece un ángel, decían las mujeres al verlo.

            -¿Quién es ese señor? –la voz de papá, agotada por el tiempo.

            -Es tu hijo Alberto –le contesto mientras lo sujeto por el brazo.

            -Ah.

Sin asombro.

 

 

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