LA INDIFERENCIA
La infame indiferencia se despertó
de golpe
con un sabor de leche en los labios
resecos.
Caían una a una las negras
efemérides
y una veloz paloma se detuvo
agotada
frente al muro de hierro.
¡Amalec!
¡Amalec!,
resonó en las cloacas
y el gusano del odio se arrastró
por el lodo
borrando con sus heces los cuerpos
de los niños.
Y se quebró el silencio
en medio de un paseo mirando
escaparates.
La luz se hizo de pronto en
pantallas de plasma
y nos manchó de sangre los zapatos.
Pero algunas conciencias revestidas
de plástico,
siguieron con el cálculo de
ganancias y débitos
en ágil parloteo de transacciones
varias.
Llenaron de limosnas los cepillos
y sonaron plegarias envueltas en
banderas rojigualdas.
Les esperaba un cielo con ángeles y
cítaras
mientras nubes oscuras ocultaban atroces holocaustos.
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