LA DIMISIÓN DEL SOL
¿Y si un día cualquiera el sol no apareciera
por oriente?
¿Y si no despertara ante tanta tragedia
y nos hundiera en una noche oscura y sin
estrellas?
Todos olvidaríamos el rumor de las fuentes
en otoño,
el canto de los pájaros cuando van a una
boda en primavera,
las risas de los niños jugando al
escondite en el recreo.
Las hojas suicidadas de los árboles
tapizarían un suelo de muerte,
las mariposas perderían sus tonos
y el mar se atrofiaría en un oscuro lago
al ser abandonado por la luna.
Acabarían los resorts de lujo,
se paralizarían los cruceros,
quedarían desiertas las playas privadas
y nadie montaría en helicóptero.
Los magnates tendrían que contar
sus fajos de billetes bajo la luz
eléctrica.
¿Qué mundo es este, amigos, que hasta el
sol
debe de estar a punto de negarnos sus
rayos
para no contemplar la atrocidad diaria
que gobierna las vidas de los hombres?
¿Qué mundo es este, que hasta la vergüenza
se ha vendado los ojos
para no soportar tanta indecencia?
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