VEINTIÚN GRAMOS
De algunas noches huyen las estrellas
y la luna se larga a otro hemisferio.
El tiempo paraliza sus agujas
y se evaporan los 21 gramos
que es lo que pesa el alma,
o al menos eso dicen.
Te vacías de pronto y ya no existes,
y ni la Muerte puede dar contigo.
Ahora eres simplemente la memoria,
una huella en la arena,
un grito en las entrañas de la tierra,
una palabra muda. Una palabra
que ya nadie pronuncia
porque en la evanescencia
se colapsa también cualquier sonido.
21 gramos. Algo tan liviano
que implosiona y se pierde
en medio de un suspiro.
21 gramos sólo. Una minucia.
Una carga trivial del cosmos infinito.
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