LA ELECCIÓN, 2ª PARTE


          Empezaba a estar cansada de aquella investigación. Había indagado en la vida de múltiples parejas, intentando encontrar unos futuros padres. Pero a veces una pequeña mentira de la posible madre o un gesto de desprecio del padre bastaba para que fueran descartados. Actitudes hipócritas o reacciones violentas promovían inmediatamente su rechazo. Buscaba a dos personas coherentes, responsables en todo momento, y se daba cuenta de que quizá eso no existiera. Le traía sin cuidado la posición social, la raza o la belleza de ambos, pero no estaba dispuesta a transigir con la más mínima falta de integridad. Para acometer la labor de educar a un hijo le parecía indispensable la honestidad. La vida de cualquier individuo dependía de las enseñanzas recibidas en su infancia.
       El tiempo no tenía secretos para ella. Desde una posición privilegiada podía contemplar acontecimientos que aún no se habían producido. Y viajando a lo largo y lo ancho de un mundo del futuro descubrió de pronto a aquel ser. Le parecía que lo conocía de siempre. ¿Había coincidido en otras ocasiones con él? Exactamente no lo recordaba pero, al contemplarle, un enervante sentimiento de amor recorrió su alma y sus dudas se desvanecieron como por ensalmo. Proximidad, se dijo. Era lo único que necesitaba para volver a estar junto a él.
      Y se hundió en aquel vientre que la esperaba acogedor, de forma incondicional. Y mientras se configuraban sus células, comprendió que el amor podía corregir cualquier carencia, cualquier error, cualquier adiestramiento equivocado. 
           Y, solo para encontrarle, volvió a la vida. 




2ª Parte de "La elección", (6 de febrero de 2013)  

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