ARAÑAS

En el vacío oculto de las mentes
tejen su urdimbre oscura las arañas.
Arañas que enmudecen las gargantas,
que ciegan las retinas con paciente insistencia,
que confunden vergüenzas y decoro
y convierten al hombre en despojo corrupto.

La actualidad devuelve a la caverna
a un mundo que vomita la impotencia
de ingerir las arañas cargadas
de vilezas y de crímenes
que atascan su epigastrio.

Sordos ante los gritos de seres biennacidos,
algunos huyen por las alamedas
alfombradas de flores que huelen a cadáver,
pues una araña pútrida taponó sus oídos
con la intrigante tela de babas malolientes,

¿No existe algún producto que atrape sus apéndices?
¿No hay un insecticida contra abyectos arácnidos?
¡Queremos ver la luz!, es el clamor del aire.
¡Queremos respirar!, es el canto del árbol.

De las mortajas blancas de los niños
trasciende la verdad hasta el orbe espantado.







 


LO SAGRADO

 

La luz

El silencio

El roce de unas manos.

 

El horizonte abierto

La palabra sin sangre

La palabra.

 

Los niños

Las sonrisas

Las estrellas fugaces.

 

La encina centenaria

El abrazo callado

Las lágrimas saladas.

 

El sol que alumbra

El sol que te acaricia

El sol que cura

El sol que siempre mira

Es ese sol que habla

 

 

 

 PALESTINA

Torrenteras de lágrimas
han ido conformando lagos llenos de sal
que desecan y arruinan las cosechas.
Hoy he visto a las víctimas de entonces
mudadas en verdugos que golpean sin tino,
mas los niños de ayer igual que los de ahora
son las promesas rotas de un mundo detenido
en un vil holocausto.
Hoy he visto la tierra inundada de sangre
y el hombre que no es hombre, sino fiera,
acarreando cadáveres sin hallar tierra que los oculte.
¿Qué producto letal ofusca las conciencias?
¿Qué tenebrosa máscara enclaustra las pupilas?
¿Qué amordaza los labios?
¿Quién silencia protestas?
¿Dónde quedó la paz, dónde el decoro?
Estamos en el siglo veintiuno,
y el cromañón abyecto continúa sumido en la caverna.
Todas las reacciones:
Cristina Y Luis Miguel


 

 EL SECRETO




Hay secretos antiguos
que el silencio termina corrompiendo,
adquieren el hedor a carne muerta
en la despensa oscura de la mente.

Si el secreto es ajeno
abrasa su existencia entre los labios,
arde en cada recodo de los días
y se arranca uno a uno los ropajes
que cubren su misterio.

Y si el secreto es propio
va creciendo a lo largo de los años
y ocupa cada fibra de tu alma.
Te acalla y te anquilosa,
te aísla y te desarma,
se yergue cual gigante ante tu casa,
y adusto centinela no deja entrar a nadie.

Hay secretos culpables
y secretos vacíos y cargantes,
secretos heredados y decrépitos,
y los hay fascinantes
que iluminan desiertas madrugadas.

Mas decidme, ¿quién puede asegurar
que no esconde un secreto,
igual que el jugador aventajado
guarda un as en su manga?