MUJER

Mujer de historias múltiples
y de calvario eterno y silencioso.
Mujer pulverizada ignominiosamente
por normas y despóticos patrones.

Tus pasos configuran este mundo
gota a gota de sangre,
suspiro tras suspiro,
en un alumbramiento generoso y continuo.

Daño colateral de lides y refriegas,
eres el desahogo de la atroz soldadesca
y de beligerantes dioses de leyenda.

Te amarraron los pies para frenar tu marcha,
te hicieron invisible cual propiedad privada
y enjaularon tu mente
en falsos y sombríos ideales.

Ya seas puta o virgen,
paridora de santos o asesinos,
que han hendido tu alma en dos mitades,
sumisa o incansable luchadora,
sigues muriendo a manos de verdugos
inquietos por la fuerza de tu interior telúrico.

Mujer indestructible y planetaria.
Mujer omnipresente y perdurable.

infierno




     

 INFIERNO

Hay infiernos anónimos y ocultos
que generan síndrome de Estocolmo.
Apenas hay diablos que los guarden
y en muchas ocasiones
cuida del fuego uno en zapatillas.

Las hogueras se encienden con butano
y no es raro que esté de vacaciones
el servidor que surte las bombonas.

Son infiernos pequeños pero cálidos.
Son infiernos de lo más hogareño.





JULIO CORTÁZAR

         En algún lugar debe haber un basural donde están amontonadas las explicaciones.

          Una sola cosa inquieta en este justo panorama: lo que pueda ocurrir el día en que alguien consiga explicar también el basural.


No quiero

NO QUIERO 


No quiero que me digas que me extrañas a veces,

que has echado de menos mis caricias

en algún sueño tuyo,

que hace una eternidad 

que no se unen tus manos y las mías.


No quiero recordarte en la distancia,

que es lo que ahora nos une,

ni inventar en la sombra 

imposibles diálogos sin ruido.


No quiero que enumeres los momentos 

en que me abandonaste, 

creyendo que eras mío,

ni que guardes mis besos en un libro

para marcar la página

de algún absurdo cuento para niños.


No quiero que me mientas,

no quiero que me escuches.

No quiero que me quieras sin saberlo.


La atención


LA ATENCIÓN







Amenaza la muerte a mis hortensias

si no las alimento con el agua.


Y si el amor les niego a mis congéneres

languidecen y enferman por mi olvido.


Cuando vuelvo la espalda a la empatía

corrompo el ideal de la justicia.

Y el camino que ignoro y no recorro

se pierde para siempre y no regresa.


Es mi atención lo que conforma el mundo.


Quizá mi distracción lo que lo borra.

sueños



SUEÑOS

Encerrada en pasados oníricos,
intento abrir de par en par las cristaleras
de lo que muchos denominan vigilia,
a pesar de decirnos el poeta que la vida era sueño.

Contemplo sin defensa en el alfeizar
al ave que traslada mis fragmentos.
Picotea incansable momentos venturosos
y vomita tragedias que deglutir no puede.

Y me rompe
y divide
y me desarticula
como a un pobre muñeco de ventrílocuo.

Brillan entre su pico las escenas
de una niñez negada de forma voluntaria,
sombrío resbalar de lluvia en los cristales
y de gritos, de llantos y de grises jornadas
al amor insensible de un brasero apagado.

Pero el goloso pájaro
paladea a la vez arrebatados besos,
húmedas madrugadas,
y manjares servidos en cuencos de esperanza.

Y trasiega caricias y risas infantiles
y encuentros que abren puertas a mundos imposibles,
un sin fin de momentos mudados en alpiste,
convertidos en humo.

Luego vuela despacio, empachado de vida.
Convertida me deja en cáscara vacía,
y al fin sin equipajes, en la exclusiva esencia,
vuelvo a hundirme otra vez
en la alucinación del día a día.





Walt Whitman






¿Habéis pensado que es una suerte haber nacido?
Pues yo os digo que morir no es suerte peor, y sé a qué me refiero.
Agonizo con los que mueren y nazco con los niños a quienes los pañales recogen.
Mi yo no es solo lo que hay entre mis botas y mi sombrero.
Examino la variedad inmensa de lo existente: nada hay igual y todo ello es bueno.
Buena la tierra, buenos los astros y cuanto ellos contienen.
Yo no soy solo tierra, ni lo que hay en la tierra.
Soy el esposo y el compañero de todo ser humano, inmortal e insondable como yo.
(Ellos ignoran que son inmortales, pero yo lo sé).


Walt Whitman.