OSCURIDAD

Hay hombres tan oscuros
que se confunden en la noche
con el asfalto recién esparcido,
todavía húmedo,
como un vómito del maligno.

Hay hombres tan oscuros
que tienen por corazón
un trozo de obsidiana
que jamás ha latido.

Hay hombres tan oscuros
que rezuman petróleo
y crean agujeros en el curso del tiempo.

Hay hombres tan oscuros
que la luz los ignora,
y su vida se cierra
con las risas de alivio del destino.
LA GUERRA DE MI INFANCIA




Los míos hablaban mucho de la guerra.
Hablaban del hambre, del frío, del miedo,
de sirenas nocturnas,
de golpes de culata en el portal
y de metralla atravesando las ventanas.

Los míos eran los que habían ganado.
Franco era el salvador, decían las monjitas,
y lo enseñaba un libro: "Formación del espíritu nacional",
asignatura que nunca suspendí.

Los otros, los sin nombre, los condenados rojos
eran malos y ateos y no tenían cara.
Quemaban las iglesias, pero solo en mi barrio
quedaban muchas que no habían quemado.
Yo pregunté por ellos
y me dijeron que ya no había ninguno.

Muchos años después pude enterarme
 de que en aquella época
los buenos continuaban fusilando
para que no quedase ningún rojo. 
REFLEXIONES


Mamá cumplió noventa,
pero por dentro - me decía -
sigo teniendo quince.
A mí me gustan más los treinta
y me he quedado ahí.
Detenida por siempre.
Hasta después de irme.

PENÉLOPE



Mezclas los vocablos como enlazas las hebras de lana,
y surge el dibujo, la trama, la locura crónica,
la manta abrigada,
la derrota última que extravía el alma.

Buscas en los saldos restos de esperanza,
y los venden en tiendas de la milla de oro.
Y empiezas, y acabas, deshaces, hilvanas,
y te plantas delante de aquella patrulla de fusilamiento
que no disparaba.

Y aguardas desnuda de luz y de cielo,
tendiendo las manos en busca de ausencias
y no llega nada.
Y como Penélope, urdes un tapiz
que puede servir para ocultar lágrimas,

mientras cubres tu corto trayecto por la Vía Láctea.

ELLA



Una mujer que llena los confines del aire,
el color de las lágrimas
y el ímpetu de mil alas en tránsito,
nació ayer.

Creció dentro de mí
y me marcó por siempre

con sus velos de eterna primavera.