LA GUERRA DE MI INFANCIA
Los míos hablaban mucho de la guerra.
Hablaban del hambre, del frío, del miedo,
de sirenas nocturnas,
de golpes de culata en el portal
y de metralla atravesando las ventanas.
Los míos eran los que habían ganado.
Franco era el salvador, decían las monjitas,
y lo enseñaba un libro: "Formación
del espíritu nacional",
asignatura que nunca suspendí.
Los otros, los sin nombre, los condenados
rojos
eran malos y ateos y no tenían cara.
Quemaban las iglesias, pero solo en mi
barrio
quedaban muchas que no habían quemado.
Yo pregunté por ellos
y me dijeron que ya no había ninguno.
Muchos años después pude enterarme
de que en aquella
época
los buenos continuaban fusilando
para que no quedase ningún rojo.