PLEGARIA
Madre, la tristeza me mira entre el barro
con los ojos húmedos de frío y nostalgia.
Nostalgia del sol, que asoma su cara entre los
visillos,
de un lecho caliente, del refugio que para mi sueño
son siempre tus brazos.
Madre,
¿dónde te has quedado?
Me
dijiste sigue, que yo estoy cansada,
sigue que
te espera
una nueva
vida en un mundo libre,
sin
bombas, con risas,
con
amigos que abren sus brazos y casas.
Y yo te
creí.
Te perdí
de vista y seguí los pasos
de una
multitud llena de esperanza.
Y ahora tengo
frío, tengo miedo, madre,
porque
aquí no hay casas, ni amigos, ni risas.
Hay
golpes y gritos,
y aire que envenenan los dueños del mundo.
Ni
siquiera hay casas y hasta el sol ha muerto,
hundido
en un mar que no es Mare Nostrum,
sino mar
de ellos,
que para
nosotros sólo es sepultura,
cementerio
húmedo sin flores ni lápida.
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