TE QUIERO
MUCHO
(a mi madre)
Ábrete Sésamo, gritaron tus células
y salieron de ti nuevas vidas,
abriéndote en canal de parte a parte.
Y ya sin voz dijiste te quiero mucho,
hija,
y tu voz discurrió por las aguas del
tiempo.
Suspendida.
Por siempre.
Como una prohibida confesión de amor
por lo que convenimos en lo antiguo,
por un pacto de paz
o el último estertor del moribundo.
Susurraste sin voz te quiero mucho
y fue el revoloteo de una falda de baile,
fue un pañuelo secando las lágrimas de un
niño,
una flor de jazmín cegando los fusiles,
fue una gota de leche en mis labios
lactantes,
un cordón que ligó la suerte de dos vidas.
La tuya con la mía.
Inseparables, madre.
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