A SAN JUAN DE LA CRUZ
(Entréme donde no supe/ y quedéme no sabiendo/ toda sciencia trascendiendo...)
A ciegas
Entré donde entraste tú.
No había nadie, es verdad,
Pero el súbito relámpago de mil soles
no creados,
La explicación sin razones,
El flujo de la existencia sin principio
ni final,
Me hizo flotar cual ingrávida pavesa
Por la dicha de una mente
Que no conoce fronteras,
Por el amor del amigo que con los
brazos abiertos
Coge tu leve equipaje,
Te cede un puesto en su mesa
Y te susurra palabras que jamás has
escuchado
Para borrar tus recuerdos,
Diluir tu identidad,
Dar sentido al sinsentido,
Orden a la confusión,
Tu sangre en clímax gozoso
Se ha espesado en miel dorada
Y tú con él sólo Uno
Te resistes a volver.
Mas la vida te reclama,
Y aunque todo en derredor lance
destellos de luz
Te sepulta,
Te desquicia,
Vuelve a colocar zapatos en tus alas
Y la oscuridad te cerca,
Ves al Amor alejarse en la cola de un
cometa,
Pesa el cuerpo,
Duele el alma.
Y entre lágrimas de gozo,
Estremecida de asombro, inquieres
ensimismada:
¿Pudo mi ego expandirse
y ser todo el universo?
¿Quién soy yo sin ti?
Ceguera.
¿Qué eres tú sin mí?
Nostalgia.
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