¿Principio de novela?
-Zumo de
naranja.
Es la voz de
él, delgada, irreconocible. Una voz de ultratumba. No puede ser la misma que prodigaba
frases ingeniosas en las elegantes reuniones de su casa en la calle Goya. Aunque
aquella era una mansión, otro barrio, no la especie de refugio en el suburbio donde
ahora viven. Solo con cerrar los ojos puede verlo. Varonil. Imponente dentro de
su uniforme caqui de capitán en días de sol y de abundancia, a pesar de las
desilusiones y las lágrimas. Ahora el sol se ha apagado. Juana piensa que ya no
amanece nunca. La calle solo se ilumina de vez en cuando por el estallido de
las bombas. Sus hijas y ella caminan como espectros, a tientas, por entre los
muebles que quedan. Hicieron astillas el aparador de caoba y la cómoda de palo
santo y fueron echándolos al fogón, pero no lograron calentar la casa.
Como si las maderas nobles fuesen solo de adorno y careciesen de poder calorífico.
Como si las maderas nobles fuesen solo de adorno y careciesen de poder calorífico.
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