¿Se me lleva la muerte,
inadvertida?
¿O soy yo quien reclamo mi partida?
Cegada, sojuzgada, ensordecida
y presa por el brillo de la vida
miro con ojos vacuos adelante y atrás,
enfebrecida.
¿Dónde hallar los porqués?
¿En la infancia fugaz, quizá en la adolescencia,
o en esta madurez preñada de preguntas?
Preguntas sin respuesta.
Tal vez quien me creó me mire inalterable
en su serenidad de autor sin preferencias.
Un personaje u otro,
una mujer o un hombre,
un pecador o un justo
tienen el mismo espacio en la eterna matriz.
Espacio sin un sitio,
sitio sin un lugar para una identidad
que se busca a sí misma sin poderse encontrar.
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