A VECES
A veces se me
cuela en el cerebro
como una sabandija
que repta por
debajo de la puerta,
la sospecha
inquietante
de que es
quimérico todo lo vivido.
Que no hay otro
momento real e inabarcable
que el presente
sin tiempo,
en donde mi
persona es menos que la nada,
apenas un
compendio de recuerdos filtrados
por alguien que me
sueña distraído y apático.
Y enumero
segundos, nombres, risas y lágrimas,
plantada ante el
abismo del mar interminable
de las
inexistencias.
Siempre invento
razones, algún rostro y mil traumas,
y tiemblo por el
miedo de volver a encontrarme
escondida en la
broza de un camino
carente de
sentido.
Mas al fondo del
alma hay alguien que palpita,
hay alguien que me
mira y que rubrica
que mi realidad es
el deseo,
que mi única verdad es la esperanza.