QUÉ RENTABLE ES EL MIEDO
Qué rentable es el miedo.
Oleadas
de pánico recorren las esquinas,
taponan
las fronteras y las encrucijadas.
Cunde
el desasosiego en las notas de prensa.
Qué
rentable es el miedo,
piensan
en los despachos
formidables
prohombres con las sienes de plata.
Al imparable
ritmo de los teletipos
se
vomitan desastres, amenazas,
presagios
de estrecheces y carencias
e
injusticias servidas sin decoro en cada desayuno.
Los
obispos claman desde sus púlpitos,
exorcizan,
pregonan anatemas.
Luego
pasan la cesta que guarda las limosnas
y
libra de las llamas del infierno.
¡Es
pecado pensar!, dicen de nuevo
en
una borrachera de rigidez servida
como
postre de opíparos banquetes.
Y
pasean sus vírgenes de cartón coloreado
y
golpean tambores pregonando: Muera la inteligencia.
Y
nos auguran cárceles eternas,
poniendo
a un Lucifer bien trajeado
como
portero de un infierno repleto de facturas.
No
dejéis que os asusten,
no
los alimentéis con vuestro miedo.
Alzad
el rostro al viento y proclamad a gritos:
¡No
hay miedo que me venza
ni
monstruos inventados que me arrollen!
¡El
pensamiento es libre y nuestras mentes
son
claras e indomables!