SILENCIOS
Me
cerraban los ojos con puñales de miedo
y obstruían
mi mente con sentencias.
La
verdad era única
y no
había preguntas,
si acaso impertinencias que nadie contestaba
y un
montón de silencios.
En los
patios silencio,
silencios
en las filas,
silencio
en la capilla
y en
la siestas del hombre de la casa
un
silencio de muerte recorría el pasillo.
Y si
había algún grito,
o
incluso una blasfemia se escapaba
de unos labios coléricos,
venía de algún mundo ignoto y apartado,
y
confeso y convicto anticipadamente.
Hoy
he vuelto a mirarme en aquellos espejos,
descorriendo
unas telas grises y polvorientas,
y
solo he visto muertos asombrados
de
sus propios silencios.
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