EL PENSAMIENTO ÚNICO
con ansia de
diálogo.
Caminó por mil
calles solitarias de su ciudad en ruinas,
pero no
encontró a nadie.
En rasgados
cendales de ventanas
tejían sus
mensajes las arañas,
y el viejo
campanario
seguía
convocando a las cruzadas.
El pensamiento
único cruzó el muro de piedra,
levantado a lo
largo de los siglos,
y se encontró a
un poeta trashumante.
Lo esquivó.
Tuvo miedo del veneno letal
que escondía en
su pecho:
un depósito ingente
de anhelos y
quimeras desbocadas.
Tampoco quiso
hablar
con un par de
inventores de prodigios,
que son esos
que enredan con ideas
los caminos que
tienen las metas prefijadas.
¿Y qué decir,
amigos, de ese loco,
que se obceca
en luchar por la justicia?
A ese fingió no
verle
y pasó
disfrazado con peluca
y con toga de
honesto magistrado.
Después de dar
mil vueltas,
optó por
regresar al resguardado hogar
que le
albergaba.
Nadie puede
negar que lo intenté,
rezongaba
enojada nuestra exclusiva idea,
imposible el
diálogo con los que se han negado
a debatir
conmigo,
es gente
contumaz, de pensamiento único.
Y volvió a platicar consigo mismo.
Y volvió a platicar consigo mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario