BESOS
Se amaron y se
odiaron en su justa medida.
Copularon,
riñeron y buscaron sus bocas
hasta agotar caricias,
que no siempre
suponen la delicia que cuentan.
Porque un día
sus besos se tornaron apáticos,
distraídos, forzados,
como de compromiso,
de simple
despedida,
o igual que una
bufanda mojada por la escarcha.
Y un día de
difuntos coincidieron
con un ramo de
flores en el cementerio.
"Aquí yace
un amor entumecido
por ósculos de
hielo".
Y los dos se
miraron.
Y no se
conocieron.
Pero sus bocas
díscolas, rebeldes,
parodiaron el
gesto de unos besos.
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