EL OTRO LADO

Abrochándome la nostalgia del alma,
me lancé en madrugada al bulevar de enero,
pasé por unas ruinas que me miraban ciegas
por los oscuros huecos de ventanas abiertas.

En la noche callada me crucé en mi camino
con una comitiva de difuntos antiguos
vestidos con jirones de brillantes centellas.
Bailaban cadenciosos sobre ajadas violetas
regadas al azar con lágrimas de deudos.

No temas ni nos sigas, me dijeron.
Sabrás que ya es la hora
cuando llegue el momento.
Ahora vuelve a tu mundo  
de inevitable olvido y piensa que despiertas.

No, no pude seguirlos
pues se desvanecieron
en el polvo dorado que anuncia la mañana.

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