EL ETERNO RETORNO
a
una realidad desconocida
incluso
para mí que la habitaba.
Rellenaste
oquedades, pulverizaste olvidos
y estimulaste
mis dormidas células.
Y en
vibrante cadencia de idílicos suspiros
volvimos
a la vida a otros amantes
sacrificados
en injustas contiendas.
Ya
habíamos creado mil planetas en nuevos universos,
y limpiado
galaxias con lienzos de delirios.
Ya
había acompañado nuestra danza un radiante lucero,
cantando
Cambalache con la voz de Gardel.
Y tú
y yo nuevamente enredamos las piernas
y trenzamos
los brazos
y
abarcamos el orbe solo con la mirada.
Susurraste
en mi oído que era tu único dios
y
tendiste oraciones debajo de mis pasos.
Y yo
dormí tranquila, vuelta a casa,
arrullada
por retazos de análogos instantes
vividos
a lo largo del Eterno Retorno.
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