EN
TU CUARTO
Una tarde en tu cuarto.
Una tarde de Mayo y a tu abrigo.
Una tarde con Bach, con el cielo por
techo,
con tu ausencia como amigo entrañable.
Tu aliento me acompaña,
tus sueños son los míos,
en la pared quedaron adheridos.
Estás siempre tan cerca.
Tan lejos y tan cerca.
Palpitas en mis sienes, das color a mi
vida,
me llevas de la mano hasta tu mundo,
donde nace el amor en un grano de
trigo,
luminosa matriz de millones de formas,
ensueño inacabable de vigilias,
pentagrama armonioso de mil notas,
torrente desbordado de delicias.
Y en tu gruta una noche de Junio,
tu alma disolviéndose en la mía,
errante mi mirada, se pierde en esos
ojos
oscuros, penetrantes de tu fotografía.
Silencios de cien voces
estallan en mi oído,
gritan callan tu nombre.
Y claman bocas mudas los adioses
que a tiempo no se dieron.
Y vuelven las preguntas:
¿Estás en algún sitio o sólo en mi
cerebro?
¿Te has refugiado en mí para seguir viviendo?
¿O te fundes con todo día a día
al tiempo que
amanece?
¿Antes que yo naciera
dónde estabas?
¿Antes de abrir los ojos a la vida,
conocíamos ya nuestro destino?
Tu habitación como vientre amoroso
acoge ahora mi torpe balbuceo.
Una tarde de Mayo,
una noche de Junio,
un momento tras otro,
siempre el mismo.
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