LA OTRA NOCHE





La otra noche, a traición, me abordó la añoranza
y casi de puntillas me llevó a la niñez,
que no es tiempo dorado según dicen algunos. 
Los momentos de angustia y de oscuros temores
se alternan en el piélago de confusos deseos
e indeseadas visitas sin más presentaciones. 

Y volví a recorrer el camino más largo, 
constante inveterada de toda mi existencia, 
para intentar librarme del castigo, 
de ese cruel palmetazo en las manos desnudas.

Y escribí en la pizarra con renglones torcidos, 
respirando un olor a rancio escupitajo. 
Y me ordenó una voz: de cara a la pared. 
Y divulgué en el aire salmodias enigmáticas.
Y volví a enamorarme. 
Y lloré sus desdenes envuelta en soledades.

Pero allá, entre las sombras, lo descubrí de nuevo. 
Amigo inalterable, acurrucado en mi alma. 
Mi animus junguiano. Mi hermano. 
Mi alter ego.

2 comentarios:

  1. A ser como niños, quizá, pero a vivir de nuevo la infancia... No siempre es una etapa digna de ser repetida.

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