LA OTRA NOCHE
La otra noche, a traición, me abordó la añoranza
y casi de puntillas me llevó a la niñez,
que no es tiempo dorado según dicen algunos.
Los momentos de angustia y de oscuros temores
se alternan en el piélago de confusos deseos
e indeseadas visitas sin más presentaciones.
Y volví a recorrer el camino más largo,
constante inveterada de toda mi existencia,
para intentar librarme del castigo,
de ese cruel palmetazo en las manos desnudas.
Y escribí en la pizarra con renglones torcidos,
respirando un olor a rancio escupitajo.
Y me ordenó una voz: de cara a la pared.
Y divulgué en el aire salmodias enigmáticas.
Y volví a enamorarme.
Y lloré sus desdenes envuelta en soledades.
Pero allá, entre las sombras, lo descubrí de nuevo.
Amigo inalterable, acurrucado en mi alma.
Mi animus junguiano. Mi hermano.
Mi alter ego.
Todos deberíamos volver a la niñez.
ResponderEliminarA ser como niños, quizá, pero a vivir de nuevo la infancia... No siempre es una etapa digna de ser repetida.
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