TU NOMBRE

Antes de que nacieras tu nombre no existía
y ahora que ya no estás monótono se escucha
como el repiqueteo de campanas en la iglesia del pueblo.
Puede que su sonido pretenda recordar
a la diosa Artemisa, con la que competías en belleza.

Porque un nombre sugiere, atesora u oculta
mil y una peripecias igual que la proustiana magdalena.
Enero, tú lo sabes, para mí es nacimiento
y abril es despedida.
Una palabra evoca el viaje a la playa en un seiscientos,
destruye una mañana afortunada,
o devuelve a tus ojos la sorpresa de aquel primer encuentro.
¿Cuál es la fuerza que se encierra en las letras
ligadas al azar desde el alba del tiempo?
¿Existe certidumbre del sonido si no hay nadie a la escucha?
¿Acaso oímos los ecos del silencio?
¿Qué gráfico se dibuja en las ondas cuando dices te quiero?

Las letras de tu nombre amputan mis ideas
y ensangrientan mi mente,
igual que se enrojece el horizonte
cuando el sol desfallece.

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