FEDERICO
Quiero creer que no te abandonaron
en un camino yermo,
que un esponjoso musgo
se mezcló con tus dedos inertes,
y un árbol de raíces poderosas
renació de tus restos, Federico.
Quiero creer que sus hojas dan sombra
a los enamorados que comparten
secretos y caricias.
Que la noche protege tu marcha milenaria
y que ahora resuenan tus poemas
desgranados en castillos de arena
en medio de la playa.
Quiero creer que el cielo te protege
de la infamia,
que tus ojos mudados en dorados fanales
buscan la paz de un mundo
que hoy navega otra vez, recalcitrante,
por el fango brutal de la barbarie.
