NO LO ENTIENDO
¡No lo entiendo!, grito
y mi queja horada la entraña del mundo.
De ese mundo deshecho por el mal y la ruina,
donde matan los que siempre mataron,
incluso por menos de treinta monedas.
No lo entiendo, pero intuyo en la niebla
las palabras que nadie pronuncia,
sellados los labios por miedos arcanos.
Y atraviesa el silencio los trinos de un ave
que guarda el secreto que a mí se escapa.
Yo prosigo a través de lo oscuro,
agotada, famélica, a tientas,
intuyendo sublimes razones
y sintiendo el vértigo de no saber nada.