EL CEDRO COMO YO

Los días han caído desde entonces,
Hojas de un calendario.
Mi cedro permanece inconmovible,
Luminoso estallido de un segundo.
Él se acuerda también, estoy segura,
Mas no atiende a preguntas.
Sólo agita sus ramas con el aire,
Como agita la vida el pensamiento.
Contempla quieto incendios estivales
Como yo las pasiones de los hombres
Y el aullar de los perros le estremece
Como a mí la nostalgia,
La crueldad,
El presagio de las limitaciones,
El desamor, la soledad, la ausencia,
El hambre de respuestas.

Mi cedro sabe que mi identidad
Fue suya una mañana.
Compartimos la hoguera incandescente
Que hizo brillar todos nuestros fluidos.
A él su savia esmeralda.
A mí, sangre escarlata.
Con el mandato de “Hágase la luz”
Sus miembros verdes y mis huesos cansados
Se fundieron en un solo latido.
¿Milagro de la vida?
¿Desafío a la física?
¿Vértigo ascensional?
¿Huida del averno hasta lo etéreo?
Mi cedro y yo callamos.
El silencio
Es la única respuesta a lo intangible.
Y en los días de sol
Él inicia un aplauso con sus ramas,
Yo levanto los ojos a su cúspide
Y los dos,
Prendidos del recuerdo,
Esperamos que vuelva aquel momento
En el que el tiempo abrió la puerta al infinito.

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