EL ESPEJO



Me llevé el espejo de la abuela
porque allí descubrí mis pechos expectantes
ante el anuncio de la primavera.
Dentro estaban mis lágrimas
de algún amor impúber,
desayunos con churros
y un familiar secreto descubierto
al fondo de una caja de galletas,
oculta tras del hábito de san Francisco
y enaguas de batista muchas veces lavadas. 

Me llevé el espejo de la abuela,
a lo largo del tiempo me acompaña.
Aún guarda en su interior unos pocos momentos
de mi infancia, de besos y silencios,
de versos y castigos.

Me llevé el espejo de la abuela
porque allá, en lo profundo de su azogue  
sigo yo como entonces, cogida de su mano.