SI SUPIERAS



Si supieras, querida, si supieras
las cosas que han pasado desde entonces.
El vértigo del tiempo alternó despedidas,
emblanqueció las sienes
y llenó de rasguños los rincones del alma.
Hubo besos sin labios
y estrechamos el aire
imaginando cuerpos impalpables.
Y reímos sin ruido,
y lloramos sin lágrimas.
Recorrimos caminos sin movernos del sitio,
y entonces regresamos.
Pero tú ya no estabas.
Y cuando al fin, cansados,
dejamos de esperar lo inalcanzable,
la inocencia volvió para quedarse.
Y tornaron tus ojos a mirarnos
con un brillo de estreno en otra vida,
una vida pequeña, apenas esbozada,
que se vertía como una torrentera,
y enjugaba en nuestra alma la añoranza.
A NORA

Cuando llega la Vida
y compite en colores con la aurora
y despierta pasiones
y forma remolinos en el aire
como el ave que celebra el día,
la poesía calla por inútil
y los malos se ocultan en la sombra
para no despertarla,
para no oscurecer su pecho de cristal.

Y ella, llena de gracia,
ignora todavía que ha llegado,
envuelta entre las plumas de universos felices,
de esos mundos sin tiempo que no inquietan,
que no esperan ni añoran ni deploran,
que viven un presente sin peligros.

Cuando llega la Vida
el sol se pone sus mejores galas
y da la bienvenida a la pequeña Nora.


OTROS TIEMPOS



Vivo en tiempos oscuros
tallados por el hombre en el asfalto.
Tiempos negros de cólera
que cierran cualquier vía de salida.
La madrugada ya no anuncia el alba
y un mirlo tembloroso ha enmudecido.
Es tan intenso el odio, tan vehemente,
que ha trasladado el curso de los ríos,
ha secado las fuentes y ha acallado
las risas de los niños.

Mas hay quien desvanece las tormentas,
quien derriba murallas,
hay quien pinta sonrisas en la luna,
hay quien pide la paz y la palabra.
Es otra circunstancia,
otro posible cuántico aún no revelado,
que llama a las conciencias
y golpea el umbral del intelecto.

Déjalo entrar, alfombra su regreso,
quita los diques y da la bienvenida
al manantial fraterno de una naturaleza solidaria.





IDENTIDAD

Yo sé que muy adentro,
en ese centro oscuro de mí misma,
está esa identidad que se me escapa
como agua entre los dedos de la mano.

Lo sé porque aquel día,
en medio de un suspiro de nostalgia,
llegó de luz, vestido fulgurante,
el añorado hogar que me esperaba.

Y lo perdí lo mismo que se pierde
la infancia en una vuelta del camino.
Y me dejó temblando, extraviada,
como ese gorrión empapado de lluvia,
que no halla nido donde refugiarse.

Camino con el sol hacia mi zenit,
y me pierdo mil veces y regreso
y disfrazo mi busca de entusiasmo.
Ojalá en las mil vueltas y revueltas
vuelva a acertar con la verdad que escapa.