Haruki Murakami



A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la Muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir cruzándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo. Imagínate una tormenta como ésta.




EVA

Yo vengo de muy lejos,
quizá por eso mismo
no reconozco el mundo en que me muevo.
Me queda algún recuerdo
de un jardín voluptuoso
y de un Adán apático
que pasaba los días a la sombra de un árbol.
Las estrellas eran huecos abiertos
y filtraban la luz del dramaturgo esquivo,
que editaba la vida.

Pero el aburrimiento me cercaba.

Era fácil salir del orbe placentero
que me daba cabida.
Bastaba con comer una simple manzana
que contenía un incompleto software
con prohibición implícita y letal amenaza.
Adán daba saltitos entre arbustos y riscos
sin plantear problemas a nuestro propietario.

Un fastidioso hastío me enervaba.

Compartí la manzana con mi tedioso amigo
que la engulló encantado,
aunque rápidamente me echara a mí la culpa:
calificó su error de involuntario.
Recuerdo vagamente a otra actriz del reparto.
Disfrazada de sierpe, reptaba a nuestros pies,
desgranaba promesas con su voz sibilante.
Nunca me convenció,
siempre me pareció sobreactuada.

Y aquí estoy, compañeros,
huyendo de funciones con trágicos finales.
Hoy cultivo el monólogo,
aunque el autor anónimo que me escribe los textos
no se muestre a mis ojos ni vise los contratos.



Mañana, mañana, mañana; 
así se cuela este paso presuntuoso, día a día,
hasta la última sílaba del tiempo que se recuerda;
todos nuestros ayeres han llevado a los imbéciles
por el camino de una muerte polvorienta. ¡Apágate, breve luz de la vela!

La vida no es más que una sombra que camina, un pobre actor
que pasea y tropieza cuando le llega la hora en escena,
hasta que no se le oye ya más: es un cuento
contado por un idiota, lleno de rumor y de furia,
y que nada significa.

William Shakespeare. (Macbeth)


RECORTES

Puestos a hacer recortes,
me voy a recortar la indiferencia,
el silencio, el descuido
y la ferocidad de mis rencores.

Recortaré distancias con los míos
y con los desdichados,
que a una simple ojeada,
resultan ser una visión obscena
para algún individuo de prosapia.

Quizá me negarán las becas de la vida
pues no siempre aprobé las disciplinas
y nunca pude conseguir matrículas.
No he sido buena alumna, lo confieso,
e incluso en algún curso
me olvidé de los libros
en el sótano de la desesperanza.

Por eso mismo también he recortado
las normas y patrones aprendidos
ya que cambian de plan frecuentemente
al caprichoso arbitrio
del mandamás de turno.

Y más que recortar,
hoy quiero derribar la mazmorra del ego
para diseminarme por el universo.





EL OTRO LADO

Abrochándome la nostalgia del alma,
me lancé en madrugada al bulevar de enero,
pasé por unas ruinas que me miraban ciegas
por los oscuros huecos de ventanas abiertas.

En la noche callada me crucé en mi camino
con una comitiva de difuntos antiguos
vestidos con jirones de brillantes centellas.
Bailaban cadenciosos sobre ajadas violetas
regadas al azar con lágrimas de deudos.

No temas ni nos sigas, me dijeron.
Sabrás que ya es la hora
cuando llegue el momento.
Ahora vuelve a tu mundo  
de inevitable olvido y piensa que despiertas.

No, no pude seguirlos
pues se desvanecieron
en el polvo dorado que anuncia la mañana.

            

GÉNESIS




Reinaba la nada. Y la nada no era consciente de su nulidad. En un no-espacio sin tiempo no transcurría, no sentía, no pensaba. La NEGACIÓN era sin ruido porque nunca hubo sonido.  No tenía ubicación porque no había sitio.  No tenía fin porque no había principio.

Dentro de la nada surgió un singular zumbido. Había estado siempre, pero de pronto tomó forma y empezó a dejarse oír. Al principio como un susurro palpitante que hizo despertar a la nada de su inacción. El susurro creció y lo llenó todo y la nulidad sintió una extraña punzada. El susurro mecía el no-espacio, acunaba el silencio, avanzaba implacable en la oscuridad. La nada se contrajo. Era algo parecido a una presión en lo más profundo, a un torbellino que formara un vórtice. Apareció la densidad y la nada sintió el peso de lo eterno y quiso saber quién era, entender antes de desaparecer. Y lo comprendió al fundirse con el espacio que de ella misma se formaba, mientras el susurro se convertía en un alarido horrísono.

La MENTE se abrió paso a través del grito que la anunciaba y lo calmó con su solo deseo. El silencio volvió, pero ya no era el mismo, nunca más sería aquél porque el PENSAMIENTO palpitaba incesante y producía una frecuencia armónica, un continuo latido de ideas.

la MENTE se exploró y se preguntó y las respuestas se agolparon. Dialogó interminablemente e inquirió los porqués. Y mientras se respondía, creaba imágenes, alternaba notas, desgranaba sensaciones. Y cada idea contraía el espacio surgido de la NADA que se fundía con la MENTE pues todo era una misma cosa. Pero le faltaba experiencia.

Y la SINGULARIDAD pesaba como un millón de soles y apenas ocupaba el vacío creado. Cuantas más ideas surgían, más densa se hacía. Cada pregunta respondida añadía lastre y restaba volumen. Hasta que la MENTE se detuvo porque ya estaba todo pensado, todo imaginado, todo dicho, todo compuesto, todo descifrado, todo escrito, todo descubierto, TODO.

Pero le faltaba experiencia.

Y aquel peso insoportable del PENSAMIENTO crecía y crecía y se contraía en sí mismo exprimiendo los límites, derribando barreras, creando lo imposible.

Pero le faltaba experiencia.

Y la IDEA empezó a lanzar un brillo apenas entrevisto y siguió contrayéndose. Todos los pensamientos, las melodías, los juegos, las imágenes, las sensaciones, los sentimientos, las cuestiones, las respuestas, los silogismos, las razones, las creencias, lo posible, lo imposible, el todo y la nada se fundieron en la IDEA porque eran lo mismo. Y el brillo se hizo fulgor. El susurro se hizo estrépito. La densidad estalló en sí misma porque no se podía contener sin experiencia.

Y surgió la LUZ, el SONIDO, el SER. Las palabras tradujeron las ideas, el resplandor explicó la oscuridad, la existencia dio sentido a la NADA.

la MENTE empezó a probarse, a multiplicarse en todas y cada una de las posibilidades. El torbellino del PENSAMIENTO se hizo. Y en medio del deslumbrante resplandor, del nacimiento del arco iris, del estallido del calor, surgió dándose formas, miles y miles de formas. Y en cada una de ellas la MENTE palpitaba. Y se hizo grandiosa, minúscula, visible, invisible, sabia, estúpida, perversa, buena, bella, deforme, armónica, chirriante. Porque así lo había querido, porque eran los infinitos caminos de la IDEA.

El tiempo empezó, el espacio creció en él y surgió el principio. Y la MENTE se experimentó a sí misma en la explosión, en la luz, en el sonido. Los límites inacabables sujetaron fluidos, desbordaron gases. La IDEA ocupó cada recóndito confín, se transformó, se hizo palpable: fue. La SINGULARIDAD nunca más volvió a estar sola porque estaba ya consigo misma. Y experimentó la ignorancia en cada ser. El saber en cada célula. Elaboró la angustia en cada hombre. Gozó con el placer de existir. Y supo que el principio estaba implícito en el fin, que la respuesta estaba contenida en la pregunta, que todo era un juego intelectual.

Jugaría y jugaría sin agotar posibilidades, sin ignorar lo imposible. Porque la NADA había muerto y era el reino de la IDEA.


MUJER

Mujer de historias múltiples
y de calvario eterno y silencioso.
Mujer pulverizada ignominiosamente
por normas y despóticos patrones.

Tus pasos configuran este mundo
gota a gota de sangre,
suspiro tras suspiro,
en un alumbramiento generoso y continuo.

Daño colateral de lides y refriegas,
eres el desahogo de la atroz soldadesca
y de beligerantes dioses de leyenda.

Te amarraron los pies para frenar tu marcha,
te hicieron invisible cual propiedad privada
y enjaularon tu mente
en falsos y sombríos ideales.

Ya seas puta o virgen,
paridora de santos o asesinos,
que han hendido tu alma en dos mitades,
sumisa o incansable luchadora,
sigues muriendo a manos de verdugos
inquietos por la fuerza de tu interior telúrico.

Mujer indestructible y planetaria.
Mujer omnipresente y perdurable.

infierno




     

 INFIERNO

Hay infiernos anónimos y ocultos
que generan síndrome de Estocolmo.
Apenas hay diablos que los guarden
y en muchas ocasiones
cuida del fuego uno en zapatillas.

Las hogueras se encienden con butano
y no es raro que esté de vacaciones
el servidor que surte las bombonas.

Son infiernos pequeños pero cálidos.
Son infiernos de lo más hogareño.





JULIO CORTÁZAR

         En algún lugar debe haber un basural donde están amontonadas las explicaciones.

          Una sola cosa inquieta en este justo panorama: lo que pueda ocurrir el día en que alguien consiga explicar también el basural.


No quiero

NO QUIERO 


No quiero que me digas que me extrañas a veces,

que has echado de menos mis caricias

en algún sueño tuyo,

que hace una eternidad 

que no se unen tus manos y las mías.


No quiero recordarte en la distancia,

que es lo que ahora nos une,

ni inventar en la sombra 

imposibles diálogos sin ruido.


No quiero que enumeres los momentos 

en que me abandonaste, 

creyendo que eras mío,

ni que guardes mis besos en un libro

para marcar la página

de algún absurdo cuento para niños.


No quiero que me mientas,

no quiero que me escuches.

No quiero que me quieras sin saberlo.


La atención


LA ATENCIÓN







Amenaza la muerte a mis hortensias

si no las alimento con el agua.


Y si el amor les niego a mis congéneres

languidecen y enferman por mi olvido.


Cuando vuelvo la espalda a la empatía

corrompo el ideal de la justicia.

Y el camino que ignoro y no recorro

se pierde para siempre y no regresa.


Es mi atención lo que conforma el mundo.


Quizá mi distracción lo que lo borra.

sueños



SUEÑOS

Encerrada en pasados oníricos,
intento abrir de par en par las cristaleras
de lo que muchos denominan vigilia,
a pesar de decirnos el poeta que la vida era sueño.

Contemplo sin defensa en el alfeizar
al ave que traslada mis fragmentos.
Picotea incansable momentos venturosos
y vomita tragedias que deglutir no puede.

Y me rompe
y divide
y me desarticula
como a un pobre muñeco de ventrílocuo.

Brillan entre su pico las escenas
de una niñez negada de forma voluntaria,
sombrío resbalar de lluvia en los cristales
y de gritos, de llantos y de grises jornadas
al amor insensible de un brasero apagado.

Pero el goloso pájaro
paladea a la vez arrebatados besos,
húmedas madrugadas,
y manjares servidos en cuencos de esperanza.

Y trasiega caricias y risas infantiles
y encuentros que abren puertas a mundos imposibles,
un sin fin de momentos mudados en alpiste,
convertidos en humo.

Luego vuela despacio, empachado de vida.
Convertida me deja en cáscara vacía,
y al fin sin equipajes, en la exclusiva esencia,
vuelvo a hundirme otra vez
en la alucinación del día a día.





Walt Whitman






¿Habéis pensado que es una suerte haber nacido?
Pues yo os digo que morir no es suerte peor, y sé a qué me refiero.
Agonizo con los que mueren y nazco con los niños a quienes los pañales recogen.
Mi yo no es solo lo que hay entre mis botas y mi sombrero.
Examino la variedad inmensa de lo existente: nada hay igual y todo ello es bueno.
Buena la tierra, buenos los astros y cuanto ellos contienen.
Yo no soy solo tierra, ni lo que hay en la tierra.
Soy el esposo y el compañero de todo ser humano, inmortal e insondable como yo.
(Ellos ignoran que son inmortales, pero yo lo sé).


Walt Whitman.
EN BUSCA DEL SENTIDO

En ocasiones, el ser atribulado
proviene de un pasado luminoso.

Quizá por triturar la simetría
del sueño de la esencia,
que congrega posibles e imposibles,
retuerce el recorrido primigenio
que contiene un futuro perfecto.

Y abandona el sentido,
extraviado por oscuros y sucios vericuetos,
buscando algún atajo que logre devolverlo
a aquel origen de su biografía.

E inventa nuevas vidas
y se sumerge en nuevas experiencias:
eventos, posesiones, fatales vaticinios,
pues si la simetría no se rompe,
                                        eso él sostiene,
todo es muy aburrido.

Y buscando se encuentra 
con la angustia inexorable
agazapada en la esquina del tiempo,
pues solo en lo profundo se esconde la respuesta
que proporciona paz al sinsentido.

Yo dejé de soñar futuros fabulosos
y renuncié a bucear en el pasado.
Prefiero residir en el presente
y dejarme mecer entre los brazos
del Amor que me envuelve
con la tranquilidad de un ser
                                        recién nacido.



EL ETERNO RETORNO


Me llevaste en volandas, beso a beso,
a una realidad desconocida
incluso para mí que la habitaba.

Rellenaste oquedades, pulverizaste olvidos
y estimulaste mis dormidas células.
Y en vibrante cadencia de idílicos suspiros
volvimos a la vida a otros amantes
sacrificados en injustas contiendas.

Ya habíamos creado mil planetas en nuevos universos,
y limpiado galaxias con lienzos de delirios.
Ya había acompañado nuestra danza un radiante lucero,
cantando Cambalache con la voz de Gardel.

Y tú y yo nuevamente enredamos las piernas
y trenzamos los brazos
y abarcamos el orbe solo con la mirada.
Susurraste en mi oído que era tu único dios
y tendiste oraciones debajo de mis pasos.

Y yo dormí tranquila, vuelta a casa,
arrullada por retazos de análogos instantes
vividos a lo largo del Eterno Retorno.





           

          ... el mundo marcha patas arriba, los ciegos guían a otros ciegos y los despeñan en los abismos, los pájaros se arrojan antes de haber echado a volar, el asno toca la lira, los bueyes bailan, María ya no ama la vida contemplativa y Marta ya no ama la vida activa, Lea es estéril, Raquel está llena de lascivia, Catón frecuenta los lupanares...

El nombre de la Rosa (Umberto Eco)


LA DESCONOCIDA



A veces los espejos me devuelven
la turbadora faz de una desconocida.
Quisiera hundirme en ella
y contemplar la vida a través de sus ojos.
Es tan evanescente
que apenas la distingo
en un involuntario parpadeo.

¿De quién es ese rostro?
¿Qué pretende decirme a través de las sombras
que enturbian su mirada?

Recuerdos ancestrales 
de aquellas mentes que me precedieron
configuran en mí un karma insoslayable.

Sospecho que me muevo
en torno de una noria mareante
y el ruido de sus ejes
me exige recorrer algún camino
que mi escondida amiga se negó a transitar
por alguna razón que conocer me impide.






LOS OJOS MÁS HABITADOS DEL MUNDO


La Habana, Plaza de la Revolución, marzo de 1960.
Un barco ha estallado en el puerto. Setenta y seis obreros muertos. El barco traía armas y municiones para la defensa de Cuba, y el gobierno de Eisenhower ha prohibido que Cuba se defienda.
La multitud cubre las calles de la ciudad.
Desde el podio, el Che Guevara contempla tanta furia reunida.
Tiene la multitud en los ojos.
Korda toma esta foto cuando los barbudos llevan poco más de un año en el poder.
Su diario no la publica. El director no le ve nada especial.
Pasarán los años. Esa foto será un símbolo de nuestro tiempo.

Eduardo Galeano