NO ME GUSTAN



No me gustan las cosas que se arrastran,

me inquietan las serpientes ondulantes.

Me repugna la procesionaria,

ese vulgar remedo de beatas hipócritas.

Me disgusta el gusano que se oculta

y busca el alimento bajo tierra

para morir, quizá, pisoteado

por botas embarradas al descuido.

No me gustan las almas

que se olvidan las alas,

enredadas en tramas de temores,

sin intentar acometer el vuelo

y explorar sin alarma el horizonte

donde nace la aurora.



Adoro el ancho mar, la cumbre inexpugnable,

transitar donde nace la utopía,

brindar con las estrellas en la noche

o lanzar al buen sol un ditirambo.

Dejar volar la mente sin lindes ni fronteras

y encontrar el Edén

como un audaz Pegaso.


LA ELECCIÓN, 2ª PARTE


          Empezaba a estar cansada de aquella investigación. Había indagado en la vida de múltiples parejas, intentando encontrar unos futuros padres. Pero a veces una pequeña mentira de la posible madre o un gesto de desprecio del padre bastaba para que fueran descartados. Actitudes hipócritas o reacciones violentas promovían inmediatamente su rechazo. Buscaba a dos personas coherentes, responsables en todo momento, y se daba cuenta de que quizá eso no existiera. Le traía sin cuidado la posición social, la raza o la belleza de ambos, pero no estaba dispuesta a transigir con la más mínima falta de integridad. Para acometer la labor de educar a un hijo le parecía indispensable la honestidad. La vida de cualquier individuo dependía de las enseñanzas recibidas en su infancia.
       El tiempo no tenía secretos para ella. Desde una posición privilegiada podía contemplar acontecimientos que aún no se habían producido. Y viajando a lo largo y lo ancho de un mundo del futuro descubrió de pronto a aquel ser. Le parecía que lo conocía de siempre. ¿Había coincidido en otras ocasiones con él? Exactamente no lo recordaba pero, al contemplarle, un enervante sentimiento de amor recorrió su alma y sus dudas se desvanecieron como por ensalmo. Proximidad, se dijo. Era lo único que necesitaba para volver a estar junto a él.
      Y se hundió en aquel vientre que la esperaba acogedor, de forma incondicional. Y mientras se configuraban sus células, comprendió que el amor podía corregir cualquier carencia, cualquier error, cualquier adiestramiento equivocado. 
           Y, solo para encontrarle, volvió a la vida. 




2ª Parte de "La elección", (6 de febrero de 2013)  



LA ESCENA

´
Nuestros labios se quedaron mudos

antes de ser sellados por los besos

en la escena del tiempo.

Nuestros cuerpos se reconocieron

en un mismo latido de mil vidas antiguas.

Y flotamos ingrávidos, ceñidos, indistintos,

en un clímax idéntico,

por nebulosas algo disgregadas

en el multiuniverso.

Y deseamos que se detuviera

el reloj de la vida,

que el telón no cayese ni los aplausos

 nos desintegrasen como un misil perverso.

Y soñamos despiertos, sin palabras,

mimando la existencia

frente a un público atónito.

Auditorio inconsciente,

que seguía la trama sin saber

que estaba presenciando

el guión de su vida.


DESPUÉS DE SU ESCAPADA

Después de su escapada
es capaz de aceptar todas las muertes.
Sin entender el juego de la vida
observa su girar atentamente.
Nacer para morir,
morir para nacer en un suspiro.

Se despereza el brote de la primavera,
se deshielan los fríos,
los trinos de mil pájaros estallan,
el torrente deslumbra al sol nacido.
Todo palpita y corre hacia su ocaso
alegremente, sin ningún cuidado,
un juego divertido de escondite,
la eterna pirueta de los hados.

¿No piensa la amapola?
¿No siente nada el ave?
¿No lamenta la flor durar tan poco
ni llora el árbol sus desnudas ramas?
Puede el polluelo estrenar plumas nuevas
y ser distinto el llanto del nacido,
presumir la paloma del primer aleteo,
o el pequeño león ensayar su rugido,
puede el frutal exhibir su trofeo
del dulce adorno para él desconocido.
Mas todos se equivocan.
Han olvidado su paso por la vida
con diferentes ropas y sonidos.
Es el mismo polluelo el que se esfuerza
con nuevo brío a perforar el huevo,
el mismo niño el que absorbe asombrado
el eterno fluido de unos senos,
el mismo hielo se transforma en agua
y el mismo sol renace cada día.
Todo muere y despierta,
y aun dormida, la vida
en lo más hondo de la tumba alienta.

¿Cuántas veces sus pasos
hollaron los caminos?
¿Cuántas veces su coche
 patinó en un descuido?
¿Cuántas veces sus lágrimas
se mezclaron con risas,
o contempló aquel rostro
largos meses soñado?
Ella está aquí y ha cerrado los ojos para siempre,
se va ya y no ha nacido.

Después de su escapada
es capaz de aceptar todas las muertes.



Tu única obligación
en cualquier período vital
consiste en ser fiel a ti mismo.
Ser fiel a otro ser o a otra cosa
no sólo es imposible,
sino que también es el 
estigma del falso
             mesías.



Richard Bach


CUATRO PUNTOS 
                    
                        Detrás de mí, el abismo
                        de la nostalgia.
                        Delante, el vértigo
                        del deseo y la incógnita.
                        Bajo mis pies,
                        la urdimbre de mis actos.
                        Y sobre mí, la luz que guía
                        mi destino ya escrito.
                        Son cuatro puntos
                        que hacen mi espacio-tiempo
                        perdurable.







EL VIAJE

Me muevo por el mar de la existencia
como una pobre barca a la deriva.
Tuve que capear mil tempestades
hasta quedar golpeada, maltrecha
y varada en la orilla.
También bogué acunada por la brisa
hasta islas de corales
y, burlada por el sol en el agua,
me sumergí, para buscar tesoros,
en las profundidades.
Intenté bucear en el secreto
de fondos abisales
y no encontré caudales ni cofres escondidos,
solo ilusiones rotas
e ideas herrumbrosas
dentro de galeones naufragados.

Mis redes fueron remendadas mil veces,
y yacen enrolladas
en el fondo del casco.
El mistral del invierno me propulsa
a un horizonte ambiguo,
que adivino en la niebla.
Mi barquilla hace agua,
quizá vuelva a anegarse mas no importa.
Al dejar de escuchar los cantos de sirenas,
supe que lo esencial no es la llegada
                                y comprendí, 
como un nuevo Odiseo,
que el único secreto se oculta en el viaje.








LA EXPULSIÓN DEL PARAÍSO



"¡Parirás con dolor! ¡Ganarás el pan con el sudor de tu frente!", les dijo el Demiurgo en plan vengativo porque sus creaciones pretendieron pensar, tener opinión propia, discernir. Y se les acabó el Paraíso, la comida gratis y un techo donde cobijarse sin tener que pagar alquiler ni hipoteca. Aquello fue un desahucio en toda regla. Adán y Eva, los dos en cueros vivos porque en Bangladesh aún no se fabricaba ropa barata, tuvieron que cubrirse con unas simples hojas de parra y buscar acomodo en otro territorio.

Tras incontables amaneceres, nuevos adanes y evas fueron creando su propio mundo, derramando sangre, sudor y lágrimas para cumplir el castigo que se les había impuesto. En el camino quedaron Espartacos, Hipatias y Giordanos, que prefirieron morir antes que renunciar a sus ideas. El poder los aplastó muchas veces, pero siempre alguno de ellos recogía la antorcha que el anterior dejaba. No se les regaló nada ni su marcha fue homogénea. Pero en algunos lugares, con mil esfuerzos, consiguieron un mundo que si no era un paraíso, gozaba de una buena sanidad, de escuela para todos y hasta de una cierta dignidad en sus vidas a través del trabajo.


Hoy, el dinero, un dios más implacable aún que aquél de la leyenda, lucha por despojarles de todo, intenta devolverles a su condición de esclavos, quiere desahuciarles de sus propias vidas. 


No podrán conseguirlo. Los adanes y las evas de hoy conservan impreso en su ADN el dulce sabor de la manzana robada en el Paraíso.

El sabor de la libertad. 




               LA VOZ

Nunca fui tu costilla
ni hueso muerto que no necesitases.
Mi cambiante esqueleto,
las líneas de mi rostro                    acumularon vivencias y genética,              resultados históricos 
de aquellos otros que me precedieron
y cruzan por el puente de mis aguas.

Destello único de caminar preciso,
por senderos de luces y de sombras,
tropecé con tu voz.
Provocó su sonido en mí una danza
cual en reptil la flauta cadenciosa.
Y se borró mi origen, mi ADN.
La miel de tus palabras
destiló su veneno por mis venas,
desubicándome, dejándome
sin alma y sin estirpe,
ausente de mi misma y de mi casta.
      
Mas el tiempo sepulta con su losa
la melodía más embrujadora;
también la que salió de tu garganta.
Ahora sólo el silencio
me ofrece su refugio en pentagrama alado,
sobre atriles de nubes,
y acomoda mi ritmo a los acordes
de un amoroso adagio.

 Y vuelvo a ser molécula divina
 sola, metamorfósica viajera,
 en busca de la Voz que me susurra
 delicias,
 disueltas en el lecho de mis aguas.


AMNESIA
(A mi padre)



¿Dónde están tus recuerdos?

¿Dónde te has refugiado para seguir viviendo? 

Mas vivir no es lo que haces

solo aguardas la muerte sin saberlo. 


Tu sonrisa embobada encandila mi alma y la traslada

a aquel día al estanque del Retiro. 

Y vuelvo a verte fuerte, hermoso, decidido, 

empuñando los remos de mi vida.


También has olvidado 

un tema recurrente que antes te obsesionaba: 

Los agujeros negros. 

Un dintel de sucesos de donde nada escapa, 

ni siquiera la luz, que prisionera,

permanece a la espera de iluminar de nuevo 

algún mundo lejano, sumergido en la niebla.


Pero tu mente ¡ay! ¿dónde se encuentra ahora? 

Sospecho que asimismo acurrucada 

en veneros profundos e intermedios 

que conduzcan tu barca a las estrellas.




PREGUNTAS SIN RESPUESTA

¿Se me lleva la muerte,
                                 inadvertida?
¿O soy yo quien reclamo mi partida?

Cegada, sojuzgada, ensordecida
y presa por el brillo de la vida
miro con ojos vacuos adelante y atrás,
                                  enfebrecida.

¿Dónde hallar los porqués?
¿En la infancia fugaz, quizá en la adolescencia,
o en esta madurez preñada de preguntas?
Preguntas sin respuesta.

Tal vez quien me creó me mire inalterable
en su serenidad de autor sin preferencias.
Un personaje u otro,
una mujer o un hombre,
un pecador o un justo
tienen el mismo espacio en la eterna matriz.
Espacio sin un sitio,
sitio sin un lugar para una identidad
que se busca a sí misma sin poderse encontrar.

                 

¡DESPERTAD!


Cuando nos quejamos de la época que nos ha tocado vivir, olvidamos que la marcha del mundo la realizamos en nosotros mismos y en la relación que mantenemos con lo que nos rodea. Cualquier guerra es nuestra propia guerra interior. Y si no firmamos la paz en nuestra mente, no hay posible armisticio. Los atropellos que cometen unos seres contra otros y el divorcio del hombre con lo que le rodea han dado como resultado la destrucción del planeta y genocidios e injusticias sin cuento. En este momento la humanidad vive una espiral de violencia; la naturaleza misma se defiende de las agresiones a la que la sometemos con desastres, tsunamis y terremotos. 

En el mal llamado primer mundo, los derechos, que con tantas dificultades conseguimos en nuestra historia reciente, son arrebatados a golpe de decreto por espurias e incomprensibles razones. Y en el resto del planeta el individuo es pisoteado y humillado, porque para el poder ni siquiera existe. Vivimos en directo y a diario abusos, muertes y catástrofes, revestidos de una coraza que nos insensibiliza frente al dolor de los otros. Hundidos en una especie de sopor, frente a nuestro televisor, presenciamos dramas ajenos como si de un telefilm de sobremesa se tratase. Solemos excusarnos con las frases de: “Yo no puedo arreglarlo, yo no puedo cambiar el mundo”. Sin embargo lo que presenciamos es nuestro propio drama, nuestra propia incapacidad de arreglar las cosas, nuestro egoísmo, nuestra codicia o crueldad.

Ha llegado el momento de sentirnos corresponsables de todo lo que ocurre. El hambre de los otros es nuestra propia hambre. Su saqueo y su padecimiento también son los nuestros.

No cerremos los ojos, amigos. No sigamos dormidos. Ha llegado el momento de despertar. 

Mañana puede ser tarde.
                      

CRUELDAD

Es una crueldad
en jaulas encerrar la libertad.

Cortar las alas
del ser que en su aventura
llegar podría al cielo,
dinamitar el pensamiento a golpes
de la criatura que va a despegar,
es una crueldad.

Es una crueldad cegar los ojos
del invidente que pretende ver,
poner mordaza al grito,
veto a la risa,
o maniatar la mano que comparte el pan.

Es una crueldad
asfixiar ilusiones y acotar los caminos,
enumerar las almas,
uniformar las mentes
y envenenar el aire de insolidaridad.

                     Es cruel el vano intento de los hombres
   de ocultar a los otros la verdad.