DE "EL CAN DESCABEZADO", RELATO DE CUENTOS DEL OTRO LADO





Un violento escalofrío le sacudió de pies a cabeza. Aquellas tres palabras eran una broma macabra, la confirmación de que no había un lugar en el mundo en donde esconderse. Le remitían a la imagen que le obsesionaba desde hacía dos meses: La cabeza de Thor, chorreando sangre sobre el césped. Pasó la página, dominando una náusea, y echó un vistazo a las hojas manuscritas con una letra apretada y clara.

Ya no se oía el rugir del viento. Sólo el crepitar de los troncos rompía el silencio que le rodeaba. Un silencio solemne, milenario, desconocido para un hombre de ciudad como Claudio. Tomó una bocanada de aire e intentó controlar su respiración agitada, los latidos de sus sienes, el temblor de sus manos. Quizá se trataba de una coincidencia y aquello era un simple cuento de terror. Pero, ¿era posible semejante coincidencia? ¿Había más de una mente capaz de unir las palabras can y descabezado? Atenazado por el miedo, comenzó a leer el relato.  Decía así:

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