EL CAMINO


Sus diminutos pies medían paso a paso
el camino más largo.
En sus ojos la infinita esperanza de un futuro,
en sus manos un cabás de cartón
con dibujos de flores.
Soñaba con un gato gigantesco
de sangrantes pezuñas y dientes desmedidos,
que tragaba deseos.
Mas al llegar el día volvía la promesa
de aventuras sin cuento
y recorría la senda esperando encontrar
a algún hada benéfica.

Han pasado los años y sigue en el camino
cubierto por la alfombra dorada del otoño.
En el viejo cabás se apiñan las historias:
risas, besos y lágrimas,
ensueños, despedidas,
tragicomedias quizá sobreactuadas
y relatos de amor sin perdices al término.

No aparecen las hadas
y han huido los gatos, que en tramos del trayecto

trasegaron deseos.
La niña la conduce, aferrada a su mano.
Mantiene la sorpresa en sus párvulos ojos 

y le muestra la rosa de los vientos



¿QUIÉN ME SUEÑA?



¿Quién me sueña en esta fantasía sin sentido?
¿Quién es mi soñador indiferente
que gusta de inventar rutas y desvaríos?
Paréceme durmiente perezoso, cautivo de sí mismo.

Reúne en una vida amores imposibles,
odiosas despedidas,
esperanzas esquivas
y temores de puertas que se abren de golpe,
mostrando la figura de un payaso bromista.

A veces me parece que los sueños son míos.
Sólo a veces.
Porque no reconozco rostros ni circunstancias
y hasta mis propios actos se me antojan atípicos.

¡Despierta ya, autor de disparates,
aunque desaparezca en tu vigilia
mi identidad evanescente, estéril!
¡Sal de tu pesadilla y fúndete conmigo!
¡Despójame de trajes inventados!
¡Déjame disfrutar de una nada radiante y cristalina!






EL OLVIDO

Muero con los que mueren
y nazco cada día en un nuevo vagido.
No tengo nombre ni pertenezco a nadie
y cuando me refugie en la cueva
del tiempo quizá ni yo recuerde
que he existido.

Tan frágil la memoria,
tan rápido el olvido.


A UNA AMIGA




Dejó su vocación en la trastienda
para servirle el triunfo tan esquivo
en bandeja de plata.
Soportó sus desdenes y traiciones
y le ofreció su vida mansamente
como el sembrado que se entrega al agua.

Y al llegar el adiós inevitable
se sometió paciente a los suplicios
quirúrgicos y químicos,
porque dejarle solo, me decía,
será su fin seguro.

Se sentía atrapada en su cuerpo,
tenía que marcharse,
sólo le sujetaba su custodia.
No puedo abandonarle, me decía,
no es capaz de vivir sin nadie que lo cuide.

Y un día, ya cansada, me confesó muy quedo,
sintiéndose culpable:
ha llegado la hora de partir,
no habrá más tratamientos ni remedios
que me aten a este mundo.
Cuidad de él los amigos,
yo ya he hecho bastante.

Y se apagó deprisa, dulcemente,
dejando tras de sí un rastro perfumado
de devoción y amor inigualables.








LO POSIBLE

No hay que caer en la desesperanza 
de que nada cambió desde que el tiempo es tiempo.
Yo soñé alguna vez con recorrer
de punta a punta los puntos cardinales.
No culpo a nadie si no me atreví a hacerlo.
Sólo yo fui quien dije “no es posible”,
“tú no tienes futuro ni te apoyan rentas o patrimonio”.


Y ahora que el tiempo suma muchos meses
 en el cómputo exiguo de la vida, 
es clara la respuesta que me brindan. 
Puedo cruzar el mundo parte a parte,
puedo parir amores no nacidos,
puedo hacer que amanezca por poniente,
y abrir de par en par la prisión de los miedos,
y romper la mordaza de bocas que reclaman
libertad y justicia.

Puedo empezar de nuevo o empezar de seguido,
ofrecerte mis labios como entonces
para estrenar mis besos,
puedo sentir el maná de la vida
subiendo hasta mis pechos
y puedo, si me place, seguirte en tu camino,
recorrer las estrellas y crear nuevos mundos
desde el núcleo mismo del magma primigenio.